Han pasado ya
casi dos semanas pero tendrán que pasar muchísimas más para olvidarlo. Si es
que lo olvidamos. España conquistó en Lille su tercer Eurobasket en seis años
(tres de los últimos cuatro), este si cabe el más meritorio de todos debido a
las numerosas bajas y su mal inicio de campeonato. Pero esto no fue lo mejor. Un
estelar Gasol sacó todo su repertorio en los partidos decisivos (con los 40 puntos
y 11 rebotes en semis como clímax) y se
llevó uno de los MVP’s más merecidos que se recuerdan.
Que Pau Gasol
es el mejor jugador español de baloncesto de la Historia ya lo sabíamos. No
hacía falta esto. Pero su ambición ilimitada y su enorme talento nos regalaron
unos minutos sólo al alcance de los más grandes. El último cuarto y prórroga de
Gasol en la semifinal contra Francia es aquel minuto final de Jordan en Utah en
el séptimo partido de las Finales de 1998, los 13 puntos en 33 segundos de
McGrady para remontar un partido imposible a los Spurs en 2004 o los 81 puntos que
Bryant le endosó a Toronto Raptors a principios de 2006. Una exhibición en toda
la extensión de la palabra, una muestra de cómo un deportista puede pasar por
encima de todos sus rivales y un recordatorio de porqué amamos el deporte. Lo
más asombroso quizás es que lo haga a estas alturas, con 35 años y después de
haberlo ganado todo como ha hecho. Pero así son los grandes. Siempre vuelven.
Y es que nos
estamos acostumbrando últimamente a ver grandes actuaciones de veteranísimos
que, lejos de resignarse al paso del tiempo y una lógica decadencia, se empeñan
en seguir peleando en la élite. Así lo hacen dos de los ciclistas más laureados
de la última década, también compatriotas nuestros. Alejandro Valverde y Joaquim
Rodríguez no sólo comparten la clase sobre la bicicleta y un tremendo carácter,
sino que estando ya más cerca de los 40 que de los 30 siguen en primera plana.
Así lo confirma el espectacular 2015 que llevan, con los triunfos en la
Lieja-Bastoña-Lieja y la Flecha Valona, el podio en el Tour y una etapa más maillot
de los puntos en la Vuelta del murciano; y las dos etapas en el Tour, además del
podio, una etapa y el maillot de la combinada en la Vuelta de Purito. Y entre otras victorias.
Impresionante. En tenis seguimos disfrutando también al máximo nivel del para
muchos mejor tenista de la historia. Tras un 2013 muy flojo que amenazaba con
precipitar su declive (llegó a bajar hasta el 6º puesto en el ránking ATP),
Roger Federer ha vuelto. Ya el año pasado mejoró notablemente, volviendo a la
final de su Grand Slam fetiche,
Wimbledon, y conquistando la primera Copa Davis para Suiza en su historia. Y esta
temporada lo está confirmando, donde sólo el hecho de encontrarse con un Djokovic
en estado de gracia en las finales de Londres y Nueva York evitó dos grandes más para su palmarés. Y si hay
alguien que casi todos dábamos por acabado ese era Valentino Rossi. Su escasez
de victorias en el último lustro y la aparición de dos fenómenos como Lorenzo y
Márquez, nos hacía pensar que su tiempo ya había pasado, pero El Doctor se resiste a jubilarse. Unos
ajustes en su Yamaha le han servido para volver a liderar la clasificación general,
a tan sólo cuatro carreras de finalizar la temporada.
Los constantes avances
en preparación física, medicina y nutrición explican en gran parte la
longevidad de sus carreras, y esto es un no parar. Nos tendremos que ir
acostumbrando a ver atletas de élite rozando los 40. Su talento innato también
tiene mucho que ver. Gasol seguirá siendo imparable de espaldas al aro incluso después
de su retirada, nadie podrá nunca ni acercarse al revés de Federer a una mano o
a las arrancadas mortales de Valverde en los tramos finales de etapas. Y,
finalmente, su hambre insaciable de triunfos, de permanecer en el top de sus
especialidades, de querer siempre más y más a pesar de haberlo ganado todo. Podrían
tumbarse tranquilamente ya a la bartola.
Pero no lo hacen. Porque esta gente es lo que cantaban Alphaville…
“forever young, i want to be forever young”.