El pasado Martes, en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, Pau Gasol anunció su retirada del baloncesto profesional. Un momento que nos parecía que nunca llegaría. Por la magnitud de la figura, su longevidad y en este caso también su influencia social. Supongo que nos pasará lo mismo cuando también lo dejen Nadal, Messi o Alonso. Escribir sobre la trayectoria y los logros de Pau en su carrera nos podría llevar a un artículo de varias páginas. 22 años de vivencias por España y Europa jugando con el Barça, por Estados Unidos disfrutando de la NBA y por todo el mundo liderando a la selección española. Decenas de momentos mágicos, muchos títulos en la mochila y el reconocimiento unánime del mundo del baloncesto. Pero para no alargarnos tanto, nos quedaremos con cinco momentos muy significativos en su carrera.
1. Explosión en aquella Copa del Rey de Málaga
2. Presentación ante Kevin Garnett
Tras un mes de competición en la NBA, Pau ya había mostrado destellos de su enorme potencial, a pesar de los pocos minutos que le daba el entrenador de los Memphis Grizzlies, Sidney Lowe. Pero lo que ocurrió en aquel 6 de Diciembre de 2001 fue su presentación no oficial en la mejor liga de baloncesto del mundo, la confirmación ante los ojos de los aficionados norteamericanos de que aquello no le quedaba ni mucho menos grande. En la narración de Canal + para España, Antoni Daimiel parecía anticipar algo poco antes del momento: "Garnett tiene algo con Gasol, no sé qué es pero se le nota". Unos segundos después Pau recibía cerca de una de las esquinas de la pista ante Kevin Garnett, ya entonces toda una estrella de la liga, hacía un amago con el balón retando al de los Timberwolves, y sus compañeros, leyendo perfectamente sus intenciones, se apartaban del lugar provocando el aclarado. Sin dudar, Gasol arrancó con rapidez hacia el aro por la línea de fondo terminando la acción con un tremendo mate ante el que nada pudieron hacer Garnett y otros dos compañeros. Los tres salieron en el póster. Un arrebato de osadía y una demostración de su enorme potencial ante toda una estrella NBA. Pocas veces una jugada ha significado tanto.
3. Evolución física: de Pau a Gasol
El tercer punto no es tanto un momento sino un proceso muy curioso. Su físico espigado en su juventud, con 215 cm pero sin demasiado peso, le jugó en su contra en sus inicios NBA. Esa apariencia de fragilidad para un puesto interior provocó que sus minutos se repartieran en esos primeros meses entre los puestos de 4 y de 3, posición nada propicia para sus condiciones. Él era un ala-pívot con mucha movilidad, eso sí. Para poder competir en esa zona interior de la pista, los técnicos de Memphis optaron por diseñarle un plan de ganancia muscular y de volumen que poco a poco fue dando resultados, apreciando una gran diferencia si comparamos sus primeras fotografías en la liga con otras de sólo unos años después. La decisión de dejarse barba quizás también fue en ese objetivo: ganarse una apariencia de mucha más dureza y contundencia ante los pívots rivales. Lo mejor de ello, que sus cualidades no se vieron resentidas, sino todo lo contrario. Pau mejoró notablemente en defensa, rebote e intimidación y se convirtió ya en Gasol.
4. Adaptación inmediata a una franquicia histórica
Recuerdo el momento exacto en el que me enteré de su salida de Memphis Grizzlies. Una tarde de Febrero de 2008 llegó mi padre a casa:
- ¿Te has enterado de lo de Pau Gasol?
- No, ¿qué ha pasado?
- Que ha fichado por Los Ángeles.
- ¿Los Clippers?
Hasta entonces parecía poco menos que ciencia ficción que algún jugador español pudiera fichar por franquicias legendarias como Boston Celtics, New York Knicks o Los Angeles Lakers, aunque hoy en día, con esta NBA tan cosmopolita, ya no lo sea tanto. Si la NBA era el lugar de las estrellas, esos equipos eran los de las leyendas. Simplemente se veían como inaccesibles. Pero no para Pau. Ya en plena madurez, con 27 años, le llegaba la gran oportunidad de luchar por el título tras años de impotencia sin poder ganar siquiera un partido de playoffs con los Grizzlies. Significó además la pieza interior que le faltaba a aquella buena plantilla de los Lakers para competir con los mejores, acompañando a los Fisher, Artest, Ariza, Odom, Bynum y cómo no Kobe Bryant, con quien forjó una gran amistad también fuera de las pistas. Rendimiento inmediato, una primera final perdida ante los Celtics pero a continuación dos títulos consecutivos, con aportaciones decisivas del español. Reconocimiento mundial y agradecimiento infinito de una franquicia que anunciaba estos días la retirada de su camiseta con el número 16.
5. Longevidad competitiva: 40 puntos a Francia con 35 años
La etapa laker llegó a su fin y con ella sus grandes actuaciones en playoffs, con unas franquicias que nunca llegaron a aquel nivel, aunque en sus años en Chicago siguió manteniendo sus números y sus presencias en el All-Star. Sin embargo, con la selección española su influencia siguió siendo determinante casi hasta ahora. Su gran partido con España llegó con 35 años, prueba clara de su longevidad competitiva. Semifinales de Europeo ante Francia en Lille con 27.000 franceses en las gradas. La victoria no sólo daba acceso a la final sino billete a los Juegos Olímpicos de Río. En un partido duro y con mucha defensa, un Gasol imparable impuso su ley con 40 puntos (la mitad de los 80 de todo el equipo), 11 rebotes y sobre todo una sensación de dominio absoluto. Rudy Gobert, uno de los mejores pívots defensivos del mundo, todavía debe estar soñando con aquel día, como todos los aficionados franceses. En su palmarés con la selección siempre destacarán las dos platas olímpicas, el mundial o los tres europeos, pero aquella exhibición con esa edad siempre quedará en nuestra memoria.
La nostalgia que nos produce su retirada lleva consigo también un duro recordatorio: nos hacemos mayores. Del mismo modo que nos ocurre cuando vemos saltar al campo a un futbolista hijo de otro que ya vimos jugar, la retirada de un deportista al que vimos debutar nos recuerda que el tiempo pasa para todos. Pero como todo lo bueno que nos pasa en la vida y llega a su fin, nos quedan los recuerdos. Que no es poco. Nos permiten revivir los momentos y volver a sentir, en parte, aquellas emociones. No sabemos qué tendrán las alcachofas de Sant Boi, que le preguntaba Montes a Daimiel viendo también todo el potencial que apuntaba su hermano Marc, ni tampoco cuánto tardaremos en volver a disfrutar de un jugador de los nuestros como él. Sólo el tiempo lo dirá. Pero lo que ya sí puedo decir con orgullo es que yo vi jugar a Pau Gasol.