En el pasado mes de Marzo Joan Laporta ganó las elecciones y fue nombrado (de nuevo) presidente del Barça. En realidad los socios le votaron por lo que hizo en su primera etapa. Depositaron mayoritariamente en él su confianza como quien compra un producto de una marca de reconocido prestigio. Sus bazas durante la campaña fueron pocas pero muy claras: saber cómo construir un equipo ganador, conseguir la renovación de Messi en base a su gran relación con él y una pancarta provocativa a unos metros del Bernabéu. Nada podía salir mal, debió pensar el soci.
Unos meses después la temporada acabó con una Copa del Rey aunque con más dudas que certezas, y en verano todo se truncó. La realidad económica del club terminó siendo mucho peor de lo esperado, Messi no siguió y Laporta se vio obligado a seguir el camino más conservador: mantener a un entrenador con contrato en vigor pero del que nadie en la junta confiaba, desprenderse de los dos contratos más altos de la plantilla (Messi y Griezmann), algún que otro refuerzo a coste cero y una plantilla repleta de jóvenes y discutidos veteranos. El invento duró apenas tres meses, claro. La paciencia con Koeman, al que se le aguantó esperando una mejora del equipo tal como ya hizo Jan con Rijkaard en 2003 o incluso con el comienzo dubitativo de Guardiola en 2008, llegó a su fin tras la derrota en Vallecas frente al Rayo. El entrenador quedó fulminado en el mismo avión.
Buscar entrenador en Noviembre no es fácil. Menos aún si eres el FC Barcelona y quieres empezar "un proyecto de verdad", todo lo contrario a firmarle dos años a alguien cuando a ti te queda sólo uno de mandato. Pocos eran los candidatos que gustaban y todos con compromiso, pero había uno sin demasiadas dificultades contractuales y con el que además parecía haber consenso tanto en el club como entre la afición. Si Xavi no ha sido antes entrenador del Barça ha sido por las dudas de Laporta, basadas en su corta experiencia (en una liga muy menor además), y sobre todo por su estrecha relación los últimos años con Victor Font, el gran rival en las elecciones. Al final se le convenció y tras el viaje express de Yuste y Alemany a Qatar para rendir pleitesía al jeque y los suyos, la leyenda culé vuelve a casa. El cerebro del mejor Barça de la historia ahora dirigiendo desde el banquillo. No suena mal.
Pero la alargada sombra de aquel equipo no acaba ahí. Vuelve también Dani Alves a los 38 años. Pero de jugador. En la presentación se le preguntó al presidente por el regreso también de Messi e Iniesta, y Laporta no lo descartó. Hay que recordar también que Ronaldinho ya salió de prisión. Parece una broma pero en realidad todo lo vivido en Can Barça los últimos años podría ser el guion de un taquillazo de ciencia ficción. Ya uno se lo creo todo. La principal ilusión de los culés es que a Xavi se le ve muy convencido. Afirma que el carácter y la personalidad ganadora de figuras como Alves le vendrá muy bien a un grupo repleto de jóvenes muy talentosos per aún por formar mentalmente, lo cual tiene sentido. No hay duda de que su mensaje llega a la afición como lo hacía el de Guardiola y Luis Enrique, pero es aún una incógnita si será capaz de convencer y hacer ganadora a una plantilla que dista mucho en mimbres de aquellas.
Al final, con todos los bandazos que ha dado de momento esta junta directiva, una decisión parece la más inteligente: volver a ilusionar a la gente. Siempre es una buena idea. Los más de 10.000 apasionados que se dieron cita en el Camp Nou para celebrar el regreso de Xavi y también el día de Dani Alves así lo demuestran, así como todas las encuestas. No importa cómo pero ilusionar. Aunque sea tirando de nostalgia. Sin un duro en la caja puede que no quede otra. Dicen que uno siempre quiere volver al lugar donde fue feliz. Veremos si esta vez vuelve a funcionar.