"Si el deporte no existiera, el mundo sería más aburrido". Valentino Rossi.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Forever young

Han pasado ya casi dos semanas pero tendrán que pasar muchísimas más para olvidarlo. Si es que lo olvidamos. España conquistó en Lille su tercer Eurobasket en seis años (tres de los últimos cuatro), este si cabe el más meritorio de todos debido a las numerosas bajas y su mal inicio de campeonato. Pero esto no fue lo mejor. Un estelar Gasol sacó todo su repertorio en los partidos decisivos (con los 40 puntos y 11 rebotes en semis como clímax) y se llevó uno de los MVP’s más merecidos que se recuerdan.

Que Pau Gasol es el mejor jugador español de baloncesto de la Historia ya lo sabíamos. No hacía falta esto. Pero su ambición ilimitada y su enorme talento nos regalaron unos minutos sólo al alcance de los más grandes. El último cuarto y prórroga de Gasol en la semifinal contra Francia es aquel minuto final de Jordan en Utah en el séptimo partido de las Finales de 1998, los 13 puntos en 33 segundos de McGrady para remontar un partido imposible a los Spurs en 2004 o los 81 puntos que Bryant le endosó a Toronto Raptors a principios de 2006. Una exhibición en toda la extensión de la palabra, una muestra de cómo un deportista puede pasar por encima de todos sus rivales y un recordatorio de porqué amamos el deporte. Lo más asombroso quizás es que lo haga a estas alturas, con 35 años y después de haberlo ganado todo como ha hecho. Pero así son los grandes. Siempre vuelven.

Y es que nos estamos acostumbrando últimamente a ver grandes actuaciones de veteranísimos que, lejos de resignarse al paso del tiempo y una lógica decadencia, se empeñan en seguir peleando en la élite. Así lo hacen dos de los ciclistas más laureados de la última década, también compatriotas nuestros. Alejandro Valverde y Joaquim Rodríguez no sólo comparten la clase sobre la bicicleta y un tremendo carácter, sino que estando ya más cerca de los 40 que de los 30 siguen en primera plana. Así lo confirma el espectacular 2015 que llevan, con los triunfos en la Lieja-Bastoña-Lieja y la Flecha Valona, el podio en el Tour y una etapa más maillot de los puntos en la Vuelta del murciano; y las dos etapas en el Tour, además del podio, una etapa y el maillot de la combinada en la Vuelta de Purito. Y entre otras victorias. Impresionante. En tenis seguimos disfrutando también al máximo nivel del para muchos mejor tenista de la historia. Tras un 2013 muy flojo que amenazaba con precipitar su declive (llegó a bajar hasta el 6º puesto en el ránking ATP), Roger Federer ha vuelto. Ya el año pasado mejoró notablemente, volviendo a la final de su Grand Slam fetiche, Wimbledon, y conquistando la primera Copa Davis para Suiza en su historia. Y esta temporada lo está confirmando, donde sólo el hecho de encontrarse con un Djokovic en estado de gracia en las finales de Londres y Nueva York evitó dos grandes más para su palmarés. Y si hay alguien que casi todos dábamos por acabado ese era Valentino Rossi. Su escasez de victorias en el último lustro y la aparición de dos fenómenos como Lorenzo y Márquez, nos hacía pensar que su tiempo ya había pasado, pero El Doctor se resiste a jubilarse. Unos ajustes en su Yamaha le han servido para volver a liderar la clasificación general, a tan sólo cuatro carreras de finalizar la temporada.


Los constantes avances en preparación física, medicina y nutrición explican en gran parte la longevidad de sus carreras, y esto es un no parar. Nos tendremos que ir acostumbrando a ver atletas de élite rozando los 40. Su talento innato también tiene mucho que ver. Gasol seguirá siendo imparable de espaldas al aro incluso después de su retirada, nadie podrá nunca ni acercarse al revés de Federer a una mano o a las arrancadas mortales de Valverde en los tramos finales de etapas. Y, finalmente, su hambre insaciable de triunfos, de permanecer en el top de sus especialidades, de querer siempre más y más a pesar de haberlo ganado todo. Podrían tumbarse tranquilamente ya a la bartola. Pero no lo hacen. Porque esta gente es lo que cantaban Alphaville… “forever young, i want to be forever young”. 

lunes, 22 de junio de 2015

El corazón de un campeón

Hay personas conformistas, con miedo a salirse de su zona de confort y que se satisfacen al alcanzar una determinada cuota de éxito en sus vidas, por mínima que esta sea. Gente que, consciente de la fuerte competitividad existente en nuestros días (y más aún en el deporte profesional), decide que mejor disfrutar de lo ganado en lugar de arriesgar por retos mayores. Ya sea por falta de ambición o por miedo a fracasar, la realidad es que son la mayoría. Por el contrario, otro pequeño grupo se mueve por el reto, el desafío, la superación. Valientes que hacen de la ambición y la exigencia su gasolina para vivir. LeBron Raymone James pertenece sin duda a este segundo.

Su historia es la de una continua reivindicación. Y es que ya desde su época de Instituto recayeron sobre él unas enormes expectativas. Antes, su infancia no había sido nada fácil. Su madre lo tuvo con apenas 16 años y se vio obligada a criarlo sola, sin ayudas, después de que su alcohólico padre los abandonara. La joven hacía lo que podía, alternando trabajos precarios, pero siempre se desvivió por mantener a su hijo alejado de la pobreza, las drogas y la violencia que infestaban los barrios más humildes de Akron (Ohio). Pronto le regaló un aro y un balón, y su pasión por el baloncesto despertó. Con unas condiciones atléticas privilegiadas, comenzó a destacar también en fútbol americano, pero se acabó decidiendo por el deporte de la canasta. Se matriculó en el St. Vincent – St. Mary High School con su grupo de amigos, y empezaron a ganar partidos sin parar. LeBron era el líder de aquel equipo de Instituto que se paseaba allá donde iba. Sin haber cumplido aún la mayoría de edad, se convirtió en un auténtico fenómeno social a nivel nacional debido a sus continuas exhibiciones. Incluso en Febrero de 2002 nada menos que Sports Illustrated, la revista deportiva más prestigiosa del mundo, le situó en su portada, con tan sólo 17 años, bajo el titular “the chosen one” (el elegido). La etiqueta de “el próximo Jordan” no tardó en llegar pero, al contrario que otros que rechazaron tal presión en cuanto se les señaló, James parecía disfrutar con ella. Nunca escondió que MJ era su auténtico ídolo, al cual le copiaba en todo lo que podía, incluyendo el 23 de su camiseta. Una muestra de su tremendo carácter. A nadie le quedaban dudas durante su último año de Instituto de que descartaría su paso por la Universidad y daría el salto a la NBA, donde ya le esperaban frotándose las manos. Una mina de oro que también vio Nike, con quien firmó un contrato de 90 millones de dólares por siete años. Lo nunca visto para un chico de 18 años. Por azares del destino, el número 1 de la lotería del Draft de 2003 recayó en los Cleveland Cavaliers, la franquicia de su estado. Lógicamente, LeBron fue “el elegido”. Su impacto en la liga fue inmediato, superando los 20 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias en su primera temporada, ganando el premio a Rookie del Año. Sus números fueron aumentando notablemente pero la mejora de su equipo era mucho más lenta. No llegaron a clasificarse para Playoffs hasta su tercer año, donde cayeron en segunda ronda. Ese mismo verano, en 2006, acabó su contrato y le tocó elegir. Pudiéndose ir a un equipo con mejor plantilla, un mercado más grande o una ciudad más atractiva, optó por renovar con los Cavs con el objetivo de traer el campeonato a su tierra. El final de esa siguiente campaña pareció premiar su decisión al proclamarse campeones de la Conferencia Este y acceder a las Finales, pero fueron vapuleados por los San Antonio Spurs en un contundente 4-0. Durante los siguientes años el equipo, aunque siguió siendo competitivo, no se supo reforzar adecuadamente y playoffs tras playoffs quedaban eliminados demasiado pronto. Al término de su segundo contrato, en 2010, un James totalmente frustrado decidió cambiar de aires y fichar por los Miami Heat, en un proyecto pensado sólo para ganar junto a Wade y Bosh. Firmó por cuatro años, en los que juegan cuatro Finales y consiguen dos campeonatos. Por fin el éxito. Sin embargo, cuando lo más fácil era quedarse en Florida, hacer unos retoques en la plantilla y seguir ganando títulos, optó por regresar a casa. Consciente de la asignatura pendiente que dejó “con los suyos”, decide aceptar el desafío de hacer campeón a un equipo perdedor, como era entonces Cleveland. Otra vez a empezar de cero.

Tras una temporada repleta de dificultades, entrenador novato, multitud de fichajes al inicio y a mitad y lesiones decisivas al final, LeBron cayó hace unos días en las Finales de la NBA ante los Golden State Warriors. Sin embargo, ha sido sin duda su gran protagonista. Con sus dos escuderos “all-star”, Irving y Love, fuera de combate, prácticamente nadie les daba ni una sola opción contra los californianos, un rodillo que se paseó en Liga Regular (récord de 67-15) y que superó con solvencia los Playoffs. Pero a James, movido por ese espíritu de superación y reivindicación que ha guiado su vida, pareció no importarle demasiado. Prácticamente sólo, rodeado de unos compañeros muy limitados, puso la serie 1-2 en favor de los Cavs, con actuaciones memorables y triple-doble incluido en el segundo. Sólo el cansancio, las variantes tácticas de los Warriors y un banquillo rival mucho más profundo han podido finalmente con un coloso que acreditó en los seis encuentros (4-2 al final) unos números estratosféricos: 35.8 puntos, 13.3 rebotes y 8.8 asistencias.

Habrá ahora quien seguro recordará sus cuatro Finales perdidas de seis disputadas, que no tiene esa magia de Jordan, Duncan o Bryant en los momentos decisivos, que le pierde su carácter altivo y prepotente, o que nunca liderará una dinastía ganadora por su excesivo egoísmo y desprecio al colectivo. Algunos ya lo están haciendo. Yo, tratándose del personaje del que se trata, les contestaría con aquella frase que pronunció el mítico entrenador de los Houston Rockets, Rudy Tomjanovich, al recibir el trofeo de campeón de la NBA hace justo ahora 20 años, tras una mediocre Liga Regular en la que sufrieron crueles críticas: “Nunca subestimes el corazón de un campeón”. Pues eso.

domingo, 7 de junio de 2015

La historia interminable

4 Champions, 7 Ligas y 3 Copas en las últimas 10 temporadas. Ese es el balance reciente del F.C.Barcelona, que este Sábado se hizo con su quinta Champions al derrotar en la final de Berlín a la Juventus por 3-1. La de este año tiene más mérito si cabe, y es que viene acompañada de otro triplete, el segundo tras el de 2009, hito que ningún otro club ha logrado en la Historia. Aún más difícil es hacerlo compitiendo en las tres competiciones con un Real Madrid que año tras año no escatima gastos para reforzarse.

La hegemonía culé en esta década tiene varias causas. Si le preguntamos a Guardiola nos dirá que el origen de todo es Cruyff y su apuesta por el fútbol de posesión, pero lo cierto es que desde su último título (1994) y el primero de Ronaldinho (2005) pasó mucho tiempo, y fueron años con más decepciones que alegrías. Seguramente fue el crack brasileño quien le devolvió la sonrisa y la ilusión de volver a ganar al barcelonismo. Fue la gran apuesta de Laporta al llegar a la presidencia en 2003, junto con un Rijkaard que apenas tenía experiencia en los banquillos. Se acertó también en muchos de los fichajes (Márquez, Deco, Eto’o, Giuly), y se completó una gran plantilla con gente de la casa como Valdés, Puyol, Xavi e Iniesta. Además, un tal Lionel Messi empezaba a asomar. Se ganó con solvencia la Liga en el segundo año, y otra Liga más la ansiada Champions, que ya empezaba a ser una obsesión, en el tercero. Tras los éxitos las estrellas se acomodaron, se evaporó el hambre de títulos, y Rijkaard no parecía capaz de darle un nuevo impulso. Laporta lo vio en 2008, volvió a arriesgar con el entrenador y volvió a acertar. A Pep Guardiola no le tembló el pulso y decidió prescindir de cracks como Ronaldinho y Deco, más Eto’o al año siguiente. Mantuvo, eso sí, al bloque de españoles, se reforzó con grandes secundarios (Abidal, Alves, Keita más Villa y Mascherano después) y apostó decididamente por la cantera (Piqué, Busquets, Pedro). Pero, por encima de todo, le entregó las llaves del equipo a un Messi que explotó definitivamente. El resultado fueron los mejores años en la Historia del Barça, tanto en títulos como en juego. 2 Champions, 3 Ligas y 2 Copas, ganadas con un fútbol total que asombró al mundo. En 2012 Guardiola decidió irse, pero Rosell apostó por la continuidad dándole el mando a su segundo, Tito Vilanova, y se conquistó otra Liga más. La temporada 13/14 no empezó nada bien. El míster tuvo que dejar el equipo para seguir tratándose de su enfermedad, y al club le tocó elegir sustituto en plena pretemporada. Con “Tata” Martino el equipo se acomodó, se descuidó la preparación física y táctica y no se ganó nada. Además, mucho tuvo que ver el triste fallecimiento de Tito en Abril, un durísimo golpe moral para la plantilla. Y sobre todo para Messi, desconocido en el tramo final, que se sentía muy unido al técnico desde su etapa cadete. Otra mini-revolución era necesaria en 2014. Luis Enrique, entrenador joven, de la casa y amante del fútbol ofensivo fue la apuesta para liderar el nuevo proyecto y salieron grandes nombres como Valdés, Puyol, Cesc o Alexis. El equipo mejoró en todos los aspectos y tras superar un pequeño bache en Enero (enfrentamiento Messi-Luis Enrique incluido) se decidió remar todos a una para completar esta impecable segunda mitad de temporada. El buen hacer del técnico y sus ayudantes (variantes tácticas, gran estado físico, mejora notable en la estrategia…etc), el acierto en los fichajes este año (Bravo, Ter Stegen, Mathieu, Rakitic, Suárez y el verano anterior Neymar) y un espectacular Messi son las principales causas de este triplete histórico.

Lo que ha hecho el crack argentino este año no tiene nombre. Tras una primera parte de 2014 muy floja y la decepción del Mundial, Leo se propuso volver a ser el que era. Y vaya si lo ha conseguido. Una estricta dieta ha estilizado su cuerpo, perdiendo hasta cuatro kilos y ganando en músculo, y se ha convertido en un futbolista total, actuando con idéntica eficacia tanto de extremo izquierdo, delantero centro o incluso centrocampista. Todas estas variantes además sin perder su velocidad, regate y gol de siempre. No sólo se ha recuperado sino que ha mejorado, por imposible que pareciese. Él ha sido el protagonista de esta temporada y él es probablemente el mayor culpable de esta década tan exitosa. El factor común en las etapas de Rijkaard, Guardiola, Tito y Luis Enrique junto a Xavi e Iniesta. Nadie sabe lo que nos depararán los próximos años, más con el futuro incierto de Luis y las próximas elecciones en Julio, pero todo parece supeditado al “10”. Teniendo en cuenta su renovada hambre de títulos y que no ha cumplido ni los 28 años, la sensación es que esta historia aún está lejos de terminar.


domingo, 31 de mayo de 2015

Destacar en el firmamento

El Barcelona conquistó este Domingo su novena Copa de Europa de balonmano tras superar en la final al Veszprem húngaro por 28-23. La Final Four, celebrada como viene siendo habitual los últimos años en el espectacular LANXESS Arena de Colonia, se inauguró el Sábado con las semifinales. Los culés vencían al Kielce polaco con cierta claridad al final pese a no desplegar su mejor juego, mientras que los húngaros daban la gran sorpresa al eliminar al Kiel alemán. En la final sólo hubo un equipo y los azulgranas tocaron la gloria cuatro años después de su último título.

Un logro con muchos nombres propios. Xavi Pascual, entrenador formado en la casa y del que casi nunca se habla, lleva las riendas del equipo desde 2009 y mucho tiene que ver en todos los éxitos de estos años. También las continuas exhibiciones de Saric en la portería, así como la velocidad y goles de los extremos Tomàs y Sigurdsson, los lanzamientos lejanos de Lazarov, la dirección de Entrerríos y Sarmiento o la defensa de Viran Morros y Sorhaindo. Complicado destacar entre semejante plantilla, pero si alguien lo consigue es sin duda Nikola Karabatic. El francés llegó al Barcelona en 2013 con casi 30 años y habiéndolo ganado todo en Montpellier, Kiel y selección francesa, con dos Copas de Europa y dos oros olímpicos incluidos. Sin embargo, ya desde el primer día se entregó como un juvenil más. Si a su ambición y actitud le sumamos su tremendo talento, el resultado es el mejor jugador del mundo durante el último lustro. Un todo-terreno, decisivo tanto en defensa como en ataque, cualidad extraña de ver en balonmano donde los cambios entre ambas facetas son constantes. Doble mérito, por tanto. El enorme desgaste que supone el aspecto defensivo parece no acusarlo después a la hora de atacar, donde dirige al equipo con fluidez y golea con su extraordinario lanzamiento. Además, su carisma consigue reactivar a sus compañeros en los peores momentos y la conexión con el Palau ya hace tiempo que es total. Prometió a su llegada que volvería a traer el máximo cetro continental a Barcelona. Un título que ya logró en sus dos anteriores equipos pero que a los culés se les estaba empezando a resistir las últimas temporadas, pese a lo impresionante de su plantilla. Una promesa que acaba de cumplir... y de qué manera. Con 14 goles en esta Final Four y el título de MVP bajo el brazo.

Se rumorea que puede dejar el club en verano para volver a su país. Tiene una gran oferta del Paris Saint Germain sobre la mesa. El Barça, consciente de su incalculable valor, ya le ha ofrecido la renovación, con ampliación de contrato, mejora económica y la posibilidad de trabajar en el organigrama del club cuando se retire. Su decisión se conocerá los próximos días. Si finalmente Karabatic se va, sólo nos quedará agradecerle estos dos años que nos regaló en nuestro país. Un jugador tan bueno que en tan poco tiempo se ha convertido en una de las estrellas más destacadas del Barcelona. La más brillante de su firmamento.

jueves, 21 de mayo de 2015

Saber decir adiós

En el mundo del deporte posiblemente el momento más complicado para los protagonistas sea el de su retirada. Tras años disfrutando de su actividad y emocionando a los aficionados, llega la hora de la despedida. Si además sus trayectorias están repletas de éxito, y entre las mejores de siempre, ese momento adquiere mayor trascendencia. Y, por tanto, su forma de gestionarlo mayor importancia.


“No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo contigo”, decía Gabriel García Márquez. Parece algo obvio, pero a Iker Casillas le está costando entenderlo. La situación del capitán blanco se está poniendo cada vez más fea. Durante los últimos tres años los pitos del Bernabéu hacia él han ido en aumento. Todo empezó con el pulso que tuvo con Mourinho, que una parte de la afición no le ha perdonado, pero lo cierto es que su estado de forma en este período nunca se ha acercado siquiera al que llegó a ser. Independientemente del motivo de los abucheos, lo que es innegable es que ese sector crítico de la grada es cada vez más numeroso. La gota que colmó el vaso se produjo hace unas semanas en el partido contra el Valencia, cuando a Iker se le acabó la paciencia y propinó gestos despectivos a una grada que le pitaba cada vez que tocaba el balón. Por si esto fuera poco, el más que posible fichaje de David De Gea estas próximas semanas es una clara declaración de intenciones por parte de la directiva. Teóricamente la portería está ya cubierta con el de Móstoles y Keylor Navas, por lo que la llegada del todavía portero del Manchester sólo puede ser con vistas a la titularidad. La “invitación a marcharse” por parte del club hacia su capitán es evidente, pero él no parece estar por la labor. Los 15 millones de euros “brutos” por cada una de las dos temporadas que todavía tiene firmadas y su aparente convicción en volver a recuperar su mejor nivel son sus argumentos. A pesar de lo enquistado de la situación, Casillas no considera terminada todavía su etapa en el club de su vida, cosa que su amigo Xavi Hernández ha anunciado esta mañana en Barcelona. El de Tarrassa cierra una etapa de casi 25 años en la entidad blaugrana, 17 de ellos en un primer equipo del que ostenta el récord de partidos jugados (764) y títulos conseguidos (23 y con las finales pendientes de Copa y Champions). Con la Selección española ganó dos Eurocopas y un Mundial y es el jugador de campo con más internacionalidades (133), sólo superado precisamente por Iker. Pero el legado que deja va mucho más allá de estas cifras, ya de por sí impresionantes. Xavi ha sido el máximo exponente de esa filosofía de toque que se inventó Cruyff, perfeccionó Guardiola y adoptó Luis Aragonés. Esa idea de salir a ser protagonistas, cuidar siempre el balón y olvidarse de especular. Un estilo que ha maravillado al mundo durante la última década y que sin él no se podría entender. Ahora, con 35 años y tras una temporada en la que, a pesar de haber perdido protagonismo, todavía ha sido muy útil al equipo cuando ha participado, decide dejar el fútbol de élite y afrontar su retiro dorado en Qatar.

Dos leyendas del fútbol español, los referentes de la mejor generación que hayamos tenido nunca, pero con maneras muy distintas de gestionar su adiós. Mientras Iker se resiste a ver su evidente decadencia futbolística y el rechazo cada vez mayor que genera en su propia casa, Xavi se marcha en la cresta de la ola, siendo importante en el campo y querido en la grada hasta el último día. No sería justo que pasados los años sólo nos quedáramos con sus etapas finales, minimizando la totalidad de sus trayectorias, pero nadie niega la importancia del final en una buena historia. En sus casos, la importancia de saber decir adiós.

jueves, 23 de abril de 2015

De valientes, rácanos y cobardes


La vuelta de los cuartos de final de Liga de Campeones nos dejó a cuatro históricos en las semifinales y muchas conclusiones evidentes. En cuanto a los españoles, los culés tienen motivos para soñar, los merengues para dar gracias y los colchoneros para lamentarse.

El Martes el Barcelona se propuso zanjar su eliminatoria contra el PSG por la vía rápida y así lo hizo. Luis Enrique podría haber decidido salir al Camp Nou a especular con el cómodo 1-3 de la ida, teniendo en cuenta los nada menos que tres goles que necesitaban los parisinos para remontar, pero nada más lejos de la realidad. El asturiano demostró su valentía con su planteamiento inicial y se olvidó de defender en campo contrario como sí había hecho en partidos importantes anteriores (Real Madrid, Sevilla o Valencia). El resultado: una de las mejores primeras partes de la Temporada, con una presión asfixiante a la salida del balón rival, rápidas combinaciones, unos rejuvenecidos Iniesta y Dani Alves, y un letal Neymar. El 2-0 del descanso era de total justicia y el segundo tiempo fue un puro trámite.

Al día siguiente llegaba el plato fuerte de estos cuartos. Un Real Madrid-Atlético con todo abierto tras el 0-0 de la ida en el Calderón. El partido venía condicionado por las numerosas y muy sensibles bajas que arrastraban los blancos (Marcelo, Modric, Bale y Benzema). Había curiosidad ante las posibles opciones que podía elegir Ancelotti y finalmente optó por la más conservadora. Inexplicablemente consideró más importante frenar los ataques del Atlético que buscar soluciones para penetrar en su entramado defensivo. Difícil de entender cuando enfrente tienes un rival que en sus últimas visitas salió al Bernabéu a encerrarse descaradamente atrás. Y así sucedió también el Miércoles. La racanería del italiano se manifestó con Sergio Ramos de mediocentro, totalmente inútil cuando el Madrid tenía el balón, y sólo dos delanteros (Cristiano y Chicharito). Así las cosas, los primeros 45 minutos transcurrieron con unos locales faltos de ideas ante la ordenada defensa visitante, y con una única ocasión en la que Oblak le ganó la partida a Cristiano. En la reanudación el partido siguió por los mismos cauces. Los blancos apenas creaban peligro y tampoco se atisbaban revulsivos desde el banquillo (Jesé como único delantero). Mediada la segunda parte parecía el momento idóneo para que el Atlético avanzara líneas e intentara buscar un gol que hubiese sido casi definitivo. O al menos no renunciar a él. Pero a Simeone le pudo una vez más la cobardía. Decidió quitar a su jugador más talentoso en ataque (Griezmann), meter a un “guerrillero” innecesario en ese momento (Raúl García) y dejar a un asfixiado Mandzukic como único delantero, teniendo a dos frescos en el banquillo (Torres y Jiménez). Renunció por tanto totalmente a la portería contraria, apostó todo a unos penaltis a 50 minutos vista y dio alas a un Madrid sin recursos que empezó a disfrutar de ocasiones. La absurda expulsión de Arda Turan poco después y otro inexplicable cambio del técnico argentino lo complicaron aún más. Ante un rival que seguía con solo dos delanteros, se le ocurrió convertir su 4-4-1 en un 5-3-1 dando entrada a Giménez por Tiago. El destino pareció castigarlo con el gol casi a continuación de Chicharito tras una buena combinación entre James y Cristiano. El tanto, casi con el tiempo cumplido, significó un premio para el mexicano por su encomiable trabajo, un alivio para todo el madridismo y un justo castigo para un decepcionante Atlético.

En los otros dos partidos se puede decir que se cumplieron los pronósticos. Difícil, eso sí, era la misión del Bayern de Múnich tras el 3-1 encajado en Oporto. Sin embargo, y a pesar de las bajas de los germanos, pensar en una remontada en el inexpugnable Allianz Arena no parecía una locura. Lo que nadie esperaba era tanta superioridad. Pep Guardiola planteó un inicio idéntico al que su amigo Luis Enrique estaba ejecutando en Barcelona y el primer tiempo se convirtió en un monólogo muniqués absoluto. Con un genial Thiago Alcántara a los mandos y un excelente Lewandowski arriba, el Bayern ejecutaba su “tormenta perfecta” particular. Presión tremenda sobre el balón, rápidas combinaciones y precisos desplazamientos en largo desde la defensa dejaban al Oporto sin ninguna respuesta y los goles empezaron a llegar. El tercero fue una auténtica obra de arte y el escandaloso 5-0 al descanso totalmente merecido. Pese a una notable mejoría de los portugueses tras la reanudación y el tanto de Jackson Martínez, el pase a “semis” nunca peligró y Xabi Alonso puso el definitivo 6-1 de libre directo. En Mónaco, el 1-0 de Turín dejaba a la Juventus como clara favorita. Allegri se decidió por un planeamiento ultradefensivo, un 5-4-1 que logró maniatar por completo a un rival que apenas dispuso de ocasiones de gol. Los italianos pasaron, por tanto, siendo fieles a su Historia, defendiendo un gol de la ida que vino mediante un penalti dudoso.

Con todo esto, se presentan unas semifinales de auténtico lujo, de la mejor Copa de Europa... más que de Champions League. Cuatro históricos como Barça, Bayern, Madrid y Juve librarán cuatro preciosas batallas en busca de un sitio en la gran final de Berlín.

viernes, 17 de abril de 2015

Playoffs de la NBA: Comienza el espectáculo

Este Sábado arranca uno de los eventos deportivos más espectaculares del mundo. Tras seis meses de Fase Regular, los 16 mejores equipos de la NBA se enfrentan por las eliminatorias por el título, con el sueño de poder levantarlo allá por el mes de Junio. Este año los 82 partidos de Liga nos han dejado por encima de todo dos grandes sorpresas: los dos campeones de Conferencia, Golden State Warriors y Atlanta Hawks, con los que a priori nadie contaba. Pero ha habido mucho más. Repasemos cómo ha transcurrido la competición hasta el momento y lo que nos puede deparar.

CONFERENCIA ESTE

Dos equipos han sido los dominadores absolutos en la Conferencia del Atlántico, aunque de forma bien distinta. El primer puesto ha sido para los Hawks con absoluta justicia. Gran parte del mérito lo tiene su entrenador, Mike Budenholzer. Sus 17 temporadas como ayudante de Popovich en los Spurs parecen haberle ayudado, y mucho, para que un equipo sin ninguna estrella sea capaz de ganar 60 encuentros. Además, lo han hecho siguiendo el patrón de los de San Antonio, con un efectivo y estético juego colectivo. Su constante trayectoria contrasta con la del segundo clasificado, los Cleveland Cavaliers. El equipo de Lebron James, que volvía a casa en verano con el objetivo del Campeonato en mente, empezó mal la campaña. Durante los dos primeros meses las cosas no andaban nada bien. Dudas sobre el entrenador novato David Blatt, nula aportación de los secundarios fichados en verano, un muy decepcionante Kevin Love… etc. Pero tras las Navidades la dinámica cambió. La llegada de Mozgov fue clave, así como una notable mejora defensiva y la explosión de los cracks James y Irving. Los de Ohio empezaron a ganar partidos y han acabado la Fase Regular enchufadísimos. Los tres siguientes clasificados, Chicago Bulls, Toronto Raptors y Whasington Wizards, sufrieron algunos altibajos por diferentes motivos, pero su presencia en Playoffs nunca peligró. En el caso de los Bulls, mucho tuvo que ver un gran Pau Gasol, quien sostuvo al equipo cuando las bajas los maltrataban. Milwaukee Bucks y Boston Celtics sí tuvieron que sudar más por conseguirlo, pero su mérito es innegable dada la juventud y los pocos mimbres de sus plantillas. Y ya sobre la bocina se clasificaron los Brooklyn Nets, de rebote y casi sin merecerlo, aprovechándose de las importantes bajas que sufrieron dos grandes como Indiana y Miami. Como decepciones nos encontramos claramente con dos nombres, Detroit y Nueva York, dos históricos de los que siempre se esperan cosas pero que siguen por la travesía en el desierto de los últimos años.

CONFERENCIA OESTE

La Conferencia del Pacífico nos ha dejado una de las mejores Fases Regulares de la Historia. Sólo dos datos para confirmarlo: las 50 victorias o más conseguidas por hasta siete equipos, y el tremendo récord de 45-37 con el que los Oklahoma City Thunder se han quedado fuera de Playoffs. Casi nada. El dominador absoluto ha sido Golden State Warrios, sin discusión, tanto por números como por sensaciones. Así lo demuestran tanto sus 67 victorias, una de las mejores marcas de siempre, como su espectacular nivel de juego. El entrenador novato Steve Kerr ha logrado conformar un equipo en el que todos se sienten importantes, liderados por un sublime Stephen Curry que ha explotado definitivamente y que se postula como gran favorito para el MVP. El único que a priori puede quitarle el premio es James Harden. “The Black Barba” ha guiado prácticamente solito a los Houston Rockets hasta conseguir el muy disputado segundo puesto del Oeste. Los tejanos sufrieron importantes bajas en los puestos interiores, pero los puntos de Harden y los acertados refuerzos de Smith, Brewer y Prigioni a mitad de Temporada lo paliaron. Empatados con ellos a récord quedaron Los Angeles Clippers, de los cuales no se ha hablado en exceso pero que cada vez parecen más compenetrados, y con una victoria menos terminaron dos favoritos a priori como Memphis Grizzlies y San Antonio Spurs. Los primeros empezaron la temporada como un tiro, hablándose incluso de Marc Gasol como candidato a MVP, pero parecen haber acabado algo cortos de gasolina. Los vigentes campeones han seguido una trayectoria totalmente contraria. Popovich decidió ir rotando a sus veteranas estrellas desde el primer día, y los resultados parecen haberle dado la razón, visto el excelente estado de forma con el que han acabado tras un irregular inicio. Portland Trail Blazers y Dallas Mavericks se clasificaron con solvencia pero sin hacer mucho ruido, y los New Orleans Pelicans (con un gran Anthony Davis) lo hicieron tras un precioso duelo con Oklahoma, quien luchó heroicamente hasta el final pese a las numerosas bajas que les maltrataron durante todo el año. Además, fue en la fase final y decisiva donde más las sufrieron, ya que no pudieron contar con dos nombres fundamentales como Ibaka y, sobre todo, Kevin Durant. A pesar de todo, poco les faltó para conseguir el milagro de la clasificación, gracias en gran medida a un “extraterreste” Rusell Westbrook, autor nada menos que de once triples-dobles. Algo más de competencia se esperaba de Phoenix, viendo su gran temporada pasada, así como de Denver y Sacramento dadas sus buenas plantillas. Y complicada se presentaba la campaña para los Lakers, pero desde luego no tanto como ha acabado siendo, con un horrible récord de 21-61, el peor de la Historia de los angelinos. Mucho tuvo que ver la segunda temporada casi en blanco de Kobe.

CÓMO SE PRESENTAN LOS PLAYOFFS

De los cuatro emparejamientos del Este tan sólo uno se presenta con cierta igualdad, el Toronto-Washington, de pronóstico a priori muy complicado. En el resto Atlanta, Chicago y Cleveland deberían pasar de ronda sin excesivos problemas. Mirando más allá, la final más lógica sería Atlanta-Cleveland, con permiso de unos Bulls cuyas posibilidades dependerán en gran medida de cómo se encuentre Derrick Rose.

En el Oeste los pronósticos son mucho más complicados. Lo único que parece claro es el pase de Golden State, viendo su fantástica Fase Regular y los problemas que tuvo Nueva Orleans incluso para ser octavo. Memphis y Houston también parten como favoritos, aunque bien harían en no confiarse ante Portland y Dallas respectivamente. Y finalmente, la eliminatoria estrella, un Los Ángeles Clippers - San Antonio Spurs que bien podría ser una final de Conferencia viendo sus plantillas. A partir de segunda ronda, cualquier cosa ya puede pasar… aunque el 67-15 y “Don Stephen Curry” dejan a los de la Bahía de San Francisco como grandes favoritos.


martes, 24 de marzo de 2015

El algodón no engaña

El Clásico del pasado Domingo parecía presentarse como uno de los más desigualados de los últimos años. Viendo las trayectorias de unos y otros, todos los pronósticos daban como claros favoritos a los culés y con razón. Su línea era claramente ascendente, mientras que los blancos llegaban tras un inicio de año lamentable. Los seguidores madridistas apelaban al orgullo de sus jugadores en un partido así, pero casi guiándose más con el corazón que con la cabeza. Los azulgranas por su parte, veían la jugosa posibilidad de hurgar en la herida del máximo rival y soñaban con reeditar alguno de los baños de la época Guardiola. Nada más lejos de la realidad.

La verdad es que Barça y Madrid llegaban al partido con sensaciones muy distintas. Los culés tocaron fondo en el primer partido del año, en San Sebastián, donde cayeron de manera clara y, lo que es peor, donde se escenificó definitivamente el divorcio entre Messi y Luis Enrique. Sin embargo, hubo conjura en el vestuario, se dejaron a un lado las diferencias, y se propusieron remar todos a una hasta final de temporada. El cambio se vio de inmediato. Liderados por un sublime Messi, se apreció una mejora notable en el juego, eliminatorias resueltas con claridad ante buenos equipos (Atlético, Villareal y Manchester City) y una regularidad de victorias en Liga inédita en la primera vuelta. Por el contrario, los blancos llegaban en su peor momento. En estos casi tres meses de 2015 el equipo estaba desconocido. Un cúmulo de causas (relajación, lesiones importantes, desgaste físico, problemas tácticos, mala situación personal de Cristiano,…etc) habían convertido al Madrid en una caricatura del equipo que fue hasta Navidad. Se vieron apeados de la Copa con claridad por sus vecinos del Atlético, se dejaron puntos en Liga cuando se toparon con rivales serios (Valencia, Villareal y Athletic) e incluso hicieron el ridículo en un par de ocasiones (el 4-0 del Calderón y el 3-4 ante el Shalke04). El desenlace parecía tener color azulgrana por tanto.

Pero el balón comenzó a rodar y la realidad fue otra. A pesar del 1-0 de Mathieu, eran los blancos los que controlaban el juego, creaban peligro y obligaban a los azulgranas a defenderse. El mundo al revés. Más de uno tuvimos que frotarnos los ojos para confirmar lo que estábamos viendo. El Barça tenia incluso dificultades para mantener el balón, insistiendo una y otra vez por la izquierda con un fallón Neymar, y olvidándose de que en la derecha estaba el mejor jugador del mundo, demasiado pegado a la banda por otra parte. En cuanto al Madrid, la vuelta de Modric dio más equilibrio al mediocampo, y los cracks Cristiano y Benzema ofrecían una versión muy mejorada. Precisamente una genial combinación entre los tres propició el gol del empate del portugués a la media hora. El partido siguió por los mismo cauces, con un Madrid desconocido teniendo el balón en el Camp Nou, y un Barça desconocido encerrado en su campo cual boxeador contra las cuerdas. La falta de acierto madridista en el remate evitó que los blancos se fueran al descanso con un par de goles de ventaja. La segunda parte empezó con la misma dinámica, hasta que una acción lo cambió todo. Un balón largo de Alves fue bajado del cielo de forma magistral por Suárez y depositado en la red de un sorprendido Casillas con elegante sutileza. El gol fue un duro golpe para el Madrid, del que ya no fue capaz de recuperarse ni moral ni físicamente. Por el contrario el Barça, más cómodo con la posición ahora centrada de Messi y la entrada de los “jugones” Xavi y Busquets, se hizo entonces dominador del balón e incluso pudo ampliar el marcador con varias claras ocasiones en el tramo final.

El resultado final fue 2-1, pero bien podría haber sido 2-2, 3-2 ó 2-3, por decir algunos. Un gran espectáculo, una montaña rusa de partido, con alternancias en juego y ocasiones por parte de los dos equipos. Pero, sobre todo, un encuentro que desnudó la realidad de ambos conjuntos. Ni el Barça es tan equipazo como parecía, ni el Madrid un equipo tan desastroso. Se confirmó que los culés tienen muchas dificultades para controlar el juego mediante la posesión, como sí ocurría antaño, que no es un equipo fiable y que sus buenos resultados venían en gran medida por un excelso Leo Messi. Y el Madrid dio síntomas de la mejoría que puede experimentar con la recuperación de piezas importantes como Ramos, Modric o James, si logran dejar atrás la relajación y pasotismo de los últimos meses. Nada de baños. Barça y Madrid están mucho más parejos de lo que parecía. Los duelos directos entre los grandes equipos suelen ser como la prueba del algodón. La prueba definitiva para comprobar su estado real. Dejando en un segundo plano trayectorias o dinámicas, siempre influenciadas por distintos factores. Y el algodón no engaña.


martes, 17 de marzo de 2015

Sólo con talento no basta (II)

Hace unas semanas hablábamos de futbolistas que, a pesar de sus increíbles cualidades técnicas, no llegaron a triunfar. Ya sea por falta de ambición, de compromiso, de condiciones físicas o incluso de mala suerte, la realidad es que existe una lista larguísima de lo que podríamos llamar “cracks” que se quedaron en mucho menos de lo que apuntaban. No sólo en el fútbol se da este fenómeno, naturalmente. En un entorno tan competitivo como es el deporte de élite, sólo aquellos que reúnen todas las condiciones son capaces de triunfar en plenitud. Veamos algunos ejemplos.

En el mundo del baloncesto tenemos muchos. Tracy McGrady es uno de los más evidentes. Ya en su época de Instituto, aquel chico de Barlow, Florida, dejaba muestras partido tras partido de su enorme talento. Un alero de 2,03 que podía hacer de base sin ningún problema. Es más, excepto de pívot, era capaz de jugar en cualquiera de las otras cuatro posiciones del campo. En aquella época, segunda mitad de los 90, ya empezaba una tendencia insólita hasta el momento y cada vez más frecuente de allá en adelante: el hecho de que chicos de 18 años se presentaran como elegibles en el Draft de la NBA, sin necesidad de pasar por la Universidad. Futuras estrellas como Kobe Bryant o Kevin Garnett, entre otros, desmontaron el mito de que era necesario madurar en las Universidades antes de dar el salto al profesionalismo. McGrady tomó idéntico camino, siendo elegido en la novena posición del Draft’97 por los Toronto Raptors. Allí pasó sus tres primeros años, y ya desde el primer día dio muestras de su calidad a pesar de su juventud. Sin embargo, le tocó vivir a la sombra de un jugador con mucho más cartel mediático, Vince Carter, que curiosamente era primo hermano suyo. De esta forma, durante esas temporadas Tracy se sentía limitado, tanto en minutos como en protagonismo sobre la cancha, y en 2000 decidió volver a casa, a Florida, y fichó por los Orlando Magic. Fue allá donde explotó definitivamente, en un equipo joven donde él era el absoluto líder. Sus puntos por partido se dispararon por encima de los 25, llegando a ser máximo anotador de la liga dos años consecutivos, en 2003 y 2004. Sin embargo, la falta de calidad de la plantilla evitaba año tras año que pasaran la primera ronda de Playoffs. En verano de 2004 McGrady, ya harto de la situación, pidió el traspaso a una franquicia con más posibilidad, y así fichó por Houston Rockets. Junto al pívot chino Yao Ming, el equipo parecía tener mejores mimbres, pero cada temporada la situación se repetía, y pese a que sus cifras individuales seguían siendo buenas, Tracy veía con frustración cómo siempre eran eliminados a las primeras de cambio en las eliminatorias por el título. Además, a partir de la Temporada 2008-2009 las lesiones en las rodillas empezaron a ser cada vez más recurrentes, limitando su rendimiento, y poco a poco su estrella se fue apagando. Sus últimos años fueron un continuo intento sin éxito de recuperar su mejor versión, y tras pasos efímeros por Nueva York, Detroit, Atlanta, San Antonio e incluso la liga china, se retiró en 2013 con apenas 35 años y sin hacer mucho ruido. De esta forma, un jugador con un talento y capacidad anotadora fuera de lo normal, terminó dejando una huella mucho menor de lo que apuntaba, y nunca estuvo ni siquiera cerca de conseguir triunfos colectivos. Falta de calidad en sus equipos, lesiones y un cierto carácter apático e individualista se interpusieron en su camino. Dos anécdotas me vienen a la cabeza al pensar en él: la admiración que le tenía el gran Andrés Montes (con su famosa frase “¿por qué eres tan bueno, McGrady?”) y los 13 puntos en 33 segundos que le endosó a los Spurs para remontar y ganar un partido de 2004, en un final apoteósico. Tremendo.


Otro ejemplo claro en baloncesto es el de Allen Iverson. Criado en el estado de Virgina, el joven Allen era un chico problemático. De carácter conflictivo, solía involucrarse con sus amigos en peleas y trifulcas. Incluso pasó unos meses en un correccional. A pesar de todo ello, el entrenador de los Hoyas de Georgetown, prestigiosa Universidad de Washington D.C., maravillado por los partidos que le vio en el Instituto, decidió darle una oportunidad y le ofreció una beca. Sus dos años allí se resumen fácil: terminó como el máximo anotador de la historia de Georgetown. En verano del ’96 los Philadelphia 76ers lo eligieron en la primera posición del Draft, y allí permaneció una década en la que se consagró como uno de los mayores ídolos de la ciudad de la costa Este. Iverson era un pequeño milagro dentro de la NBA. Apenas pasaba del 1,80 m. de estatura, pero eso no le impedía dominar los partidos de principio a fin. Y eso, en un deporte donde el físico es tan importante, es decir mucho. Hasta ese momento no se había visto nada igual. Esa falta de centímetros lo suplía con una velocidad, habilidad y lanzamiento a canasta sencillamente excepcionales. Guiados por Iverson, los 76ers fueron creciendo poco a poco, y el entrenador Larry Brown logró armar un equipo duro y disciplinado en defensa, para dejar total responsabilidad a su estrella en ataque. Quizás demasiada. Y es que en sus 10 temporadas en Philadelphia nunca dispuso de un equipo con demasiada calidad. Eso no evitó que el de Virgina les llevara a ser campeones de la Conferencia Este y por lo tanto finalistas de la NBA en 2001, final que perdieron contra los Lakers. Esa 2000-2001 fue el punto álgido de su carrera, ya que también logró el premio a MVP de la temporada regular. A partir de ahí llego la cuesta abajo y cada vez era más noticia por sus declaraciones o actos de indisciplina que por su juego. En 2006 fue traspasado a los Denver Nuggets, donde se juntaría con otra estrella de la liga, Carmelo Anthony, pero aquel equipo nunca funcionó. Sus últimos años fueron idénticos a los de McGrady, prácticamente deambulando por la liga, pasando por Detroit, Memphis, un regreso fugaz a Philadelphia y una aventura en Turquía, donde se retiró en 2011.

También en el mundo del tenis tenemos muchos ejemplos. El primero que me viene a la cabeza es el español Fernando Verdasco. El tenista madrileño dispone de una de las mejores zurdas del circuito y su talento está fuera de toda duda. Sin embargo, su fragilidad mental es y siempre ha sido su mayor hándicap. Y eso, en un deporte con tanto desgaste psicológico como el tenis, se paga caro. Capaz de mostrar lo mejor y lo peor de sí mismo en un mismo partido, su irregularidad, facilidad para desconcentrarse y la pérdida de nervios en momentos puntuales evitaron que se pudiera establecer entre los mejores del mundo, aunque en 2009 llegó a estar 7º en el Ránking ATP. Ese fue su mejor año, y en él nos dejó un partido para la historia. Fue en cuartos de final del Australian Open y el rival era su compañero y amigo Rafa Nadal. Yo aún lo recuerdo. Fueron 5 horas y 14 minutos (récord histórico de dicho torneo) de auténtico espectáculo y el 6-7, 6-4, 7-6, 6-7 y 6-4 final no deja lugar a dudas. Aquel partido lo acabó perdiendo, pero sirvió para que todo el mundo fuese testigo de su tremenda calidad y disfrutara de uno de los mejores partidos de la historia del tenis.


Otro tenista que pudo haber sido mucho más de lo que fue es el ruso Marat Safin. “El gigante tártaro” era una mezcla perfecta de talento y potencia. Con un físico envidiable de 1,95 m., disponía de uno de los saques más potentes del mundo, llegando incluso hasta los 230 km/h, pero no solo era eso, ya que a pesar de su gran tamaño disponía de una gran movilidad sobre la pista y mucha calidad. Sus primeras temporadas fueron tremendas. En el año 2000 ganó el US Open, el primero de los dos Grand Slams de su carrera (el segundo fue el Australian Open en 2005), y eso le sirvió para alcanzar el nº 1 del ATP con 20 añitos. Tenía potencial para haber marcado una época, pero no era todo oro lo que relucía. Su fuerte temperamento le llevaba fácilmente a perder los nervios (se dice que rompió unas 700 raquetas), y además le gustaba demasiado salir por la noche. Poco a poco su rendimiento fue descendiendo y acabó retirándose en 2009, sin ni siquiera haber cumplido los 30 años.

En el mundo del ciclismo debido al enorme desgaste que requiere su práctica, tanto físico como mental también tenemos muchos casos. Hay dos muy significativos para mí, el de dos escaladores. Marco Pantani e Iban Mayo. El del italiano podría parecer discutible el considerarlo como una decepción, puesto que sí consiguió llegar a la cima y con cierto éxito. Ganó un Giro de Italia y un Tour de Francia, los dos en 1998, pero repasando su carrera y viendo su facilidad para las etapas de alta montaña, podría haber dejado un legado mayor. Sus dos primeros años como profesional ya prometían, con pódiums y etapas en Giro y Tour (en este además ganó los dos años la clasificación a mejor joven), y una medalla de bronce en el Mundial en ruta de 1995. Cuando su carrera parecía despegar llegó el primer revés: un grave accidente al chocar con un coche que le produjo una doble fractura en su pierna que a punto estuvo de provocar su prematura retirada. Sin embargo logró volver, y de qué manera. Del 1997 al 1999 se pudo ver al mejor Pantani. En esas tres campañas consiguió numerosas victorias, destacando varias etapas en Giro y Tour, ganando incluso la clasificación general de ambos en 1998. El año siguiente iba camino también de éxito rotundo, hasta que llegó su verdadero punto de inflexión. A pocas etapas de terminar el Giro de 1999, el cual dominaba con autoridad y donde había ganado cuatro etapas, dio positivo por EPO y descalificado de inmediato. A partir de ese momento la sombra del dopaje voló siempre sobre él y, pese a dos etapas más en el Tour de 2000, sus cuatro últimos años fueron para olvidar, ya totalmente desmotivado. Por si fuera poco, su vida tuvo el final más trágico posible. En Febrero de 2004 fue hallado muerto en un hotel de Rimini, Italia, a la edad de 34 años y en circunstancias muy extrañas.

También escalador era el vasco Iban Mayo. Al igual que el italiano, poseía unas cualidades innatas para las etapas de alta montaña. De complexión delgada, se caracterizaba por una gran habilidad sobre la bicicleta, facilidad asombrosa para los cambios de ritmos y esa valentía y determinación de todo gran escalador. Debutó como profesional en 2000 en el equipo de su tierra, Euskaltel-Euskadi, aunque su gran temporada fue la 2003. Ganador de la Vuelta al País Vasco, donde ganó 3 etapas, y otras 2 más en la Dauphiné Libéré, llegaba en forma al Tour de Francia, y así lo demostró. En una etapa para el recuerdo, Mayo consiguió la victoria más prestigiosa de su carrera, con una exhibición en la ascensión al mítico Alpe d’Huez, superando con facilidad al mismísimo Lance Armstrong. Además, terminó en la clasificación general en un meritorio 6º puesto. Asombrado por su capacidad, a partir de ese momento el mundo del ciclismo le puso el listón muy alto, y lo consideró como uno de los candidatos a terminar con la hegemonía del americano en la ronda gala. Sin embargo, durante los tres años posteriores las caídas, enfermedades y su fragilidad mental provocaban que sus participaciones en el Tour terminaran en decepción, a pesar de que siempre parecía llegar en buen momento por sus buenas actuaciones en la Dauphiné, su carrera fetiche. Así, a finales de 2006, y tras enfrentamientos con la dirección de Euskaltel por su bajo rendimiento, no se llegó a un acuerdo para su renovación y fichó por Saunier Duval. El 2007 parecía el año de su resurgir, ganando incluso una etapa en el Giro con una gran escapada. Pero, al igual que Pantani, la sombra del dopaje se interpuso en su camino. Justo al terminar el Tour, donde terminó 16º, se dio a conocer su positivo por EPO. Irregularidades con la muestra B del análisis, alargaron el proceso, pero finalmente un año después, en Agosto de 2008 y pese a que la Federación Española exculpó al corredor por dichas irregularidades, el TAS le condenó a dos años de sanción por dopaje. Al conocerse la noticia Mayo, desencantado con el sistema y totalmente ya desmotivado, decidió retirarse con apenas 30 años, dejando su nombre como un ejemplo más de deportista que pudo haber sido… y no fue.


lunes, 9 de marzo de 2015

Cuando un Ser Todopoderoso no lo es tanto

No cabe duda de que el Real Madrid está atravesando un mal momento. Los más de dos meses que llevamos de 2015 muestran un equipo con muchos problemas. La humillante derrota en el Calderón ya hizo saltar las alarmas, tanto por el fondo como por la forma, y los dos últimos partidos (empate en casa con Villareal y derrota en Bilbao) han confirmado la crisis blanca. Muchas causas se han puesto encima de la mesa: cansancio físico, mala gestión de Ancelotti, dejadez de los jugadores,…etc. Pero llama la atención que siempre hay algo intocable. Una persona, o ser todopoderoso para algunos, que está blindado de todo. Que está por encima del bien y del mal. Y hacia el cual nunca se mira cuando las cosas se tuercen. El presidente Florentino Pérez.

Ni mucho menos se le puede señalar como único culpable de los males actuales. Sería faltar a la verdad. Pero, en mi opinión, sí tiene parte importante de responsabilidad. Muchos de los problemas del actual bache madridista son de orden táctico. Es realmente un equipo descompensado, tanto el once tipo como la plantilla. Esto está directamente relacionado con la confección de plantilla. Y esto, en un club tan presidencialista como el Real Madrid, tiene mucho que ver con el que manda. Porque no nos engañemos, en el club blanco el que ficha, al menos las grandes incorporaciones, es su presidente. Gareth Bale y James Rodríguez han sido los bombazos de los dos últimos veranos. Ambos fichados única y exclusivamente por capricho del “presi”. Unos 180 millones de euros en dos hombres que, pese a su innegable calidad, ¿hacían falta de verdad al equipo? El galés llegaba como uno de los mejores carrileros zurdos del mundo. Eso sí, jugando por la izquierda. Es un jugador con tremenda velocidad y zancada, pero poco asociativo, por lo que su rendimiento lo maximiza jugando en su banda. Para dejarlo más claro, el contrapunto sería Neymar, que sí se beneficia de jugar “a pierna cambiada”. Pero claro, el flanco izquierdo blanco tiene dueño, Cristiano, por lo que a Ancelotti no le quedó otra que meterlo en la derecha. Y ahí Bale pierde mucho. El fichaje de James fue, cuanto menos, extraño. Florentino necesitaba cubrir la importante marcha de Di María y se decidió por el colombiano después de su gran Mundial, a pesar de sus diferentes características y de que casi era un desconocido antes del torneo. Su estilo es mucho más parecido al de Isco, el de “mediapunta jugón”, y no al de un “todocampista” como el argentino. Y claro, a la hora del equilibrio y repliegue defensivo se nota. La inclusión en el once de ambos, sumado a que los tres de arriba poco ayudan en defensa, y las sensibles bajas de Xabi Alonso y Di Maria, han provocado una descompensación importante en el once, partiendo en muchas ocasiones al equipo y sobreexponiendo a Kroos a un gran desgaste que ya empieza a acusar. Además, el fondo de armario del equipo también deja muchas dudas. La línea defensiva se podría considerar bastante equilibrada, pero en el centro del campo y la delantera se aprecian importantes lagunas. Los fichajes de Chicharito y Lucas Silva prácticamente sobre la bocina de los dos últimos mercados de fichajes han sido un intento de taparlas, dos parches, y de momento no han demostrado aún su calidad.

Pero vayamos más allá. Repasando la ya larga trayectoria de Florentino podemos ver cómo, a pesar de las continuas campañas de algunos, no es oro todo lo que reluce. Se puede decir que ha sido “El Presidente” del Real Madrid en lo que llevamos de siglo XXI, en dos etapas: 2000-2006 y 2009-Actualidad.

2000-2006
Llegó a la presidencia en verano del 2000, heredando un equipo campeón de Europa. Los primeros años le dio continuidad al proyecto de Lorenzo Sanz, con Del Bosque como entrenador, añadiendo eso si cada Temporada una guinda en forma de galáctico (Figo, Zidane y Ronaldo). Se ganaron dos Ligas, una Champions, dos Supercopas de España, una de Europa y una Intercontinental. Pero en 2003 Florentino decidió cambiar el rumbo. En una maniobra que aún hoy nadie entiende, cesó a Del Bosque y fichó a un desconocido Queiroz. Siguió obcecado con su política de galáctico por año, pero ya con distinto resultado (Beckham, Owen y Robinho). Acertó de pleno eso sí, en el fichaje de Ramos en 2005. Sus tres últimas Temporadas de aquella época se saldaron con 0 títulos, un desfile de entrenadores (Queiroz, Camacho, Luxemburgo, García Remón y López Caro) y una plantilla totalmente descompensada, con una sala de máquinas con Beckham de organizador acompañado de tipos como Gravesen o Pablo García. En 2006 Florentino se cansó, dimitió y dejó el Madrid hecho un polvorín.

2009-Actualidad
En 2009 regresó como un salvador, alardeando de que se veía obligado a ello para restaurar la imagen del club. En su primer año tiró de talonario, acertando en los fichajes de Cristiano Ronaldo y Benzema, pero no con un Kaká que costó casi 70 millones y ha quedado como uno de los mayores fiascos de la Historia del club. Eligió a Pellegrini como entrenador, pero su año en blanco provocó el fin de su proyecto y el comienzo de la era Mourinho en contra de la opinión de Valdano, Director Deportivo del club. Florentino decidió dejar el club en manos del portugués y el resultado fue una imagen institucional lamentable tanto en España como en Europa, una afición totalmente dividida y tan sólo una Liga, una Copa y una Supercopa en tres años. En 2013, otra vez vuelta a empezar. Se optó por un “pacificador” como Ancelotti, y a pesar de que aquel gol de Ramos en el minuto '93 en Lisboa tapó las carencias vistas durante la Temporada, en estos últimos dos meses los fantasmas han vuelto a aparecer.

El balance por tanto de Florentino Pérez a día de hoy es, cuanto menos, discutible. Millones y millones gastados en fichajes (muchos de ellos presidencialistas e innecesarios). Si quitamos supercopas y mundialitos, tan sólo 3 Ligas, 2 Champions y 1 Copa en las 11 Temporadas que lleva de mandato. Y un auténtico desfile de entrenadores y proyectos (único éxito la etapa de Del Bosque, heredado del anterior presidente por otra parte). Siempre es aconsejable analizar los hechos con perspectiva y visión crítica, y no dejarse convencer por las campañas de lavado de imagen de algunos medios. Porque ni unos son tan buenos ni otros tan malos. Porque, a veces, los Seres Todopoderosos no lo son tanto.

domingo, 22 de febrero de 2015

De Sant Boi de Llobregat a Manhattan

El pasado Domingo un hecho histórico tuvo lugar en Nueva York. En la isla de Manhattan. En el interior del mítico pabellón Madison Square Garden. Por primera vez en la Historia de los “All-Star Games” de la NBA, dos hermanos salían como titulares en el partido donde se concentran cada año los 24 mejores jugadores de baloncesto del mundo. Pero es que además, para orgullo propio, son de los nuestros. Dos españoles. Dos catalanes. Dos chicos normales de Sant Boi de Llobregat. Pau y Marc Gasol.

La llegada de Pau Gasol a la NBA en 2001 se convirtió en un auténtico fenómeno, tanto en Estados Unidos como en España. En nuestro país ya descubrimos su potencial durante la segunda parte de la 2000-2001, cuando explotó definitivamente. Sus exhibiciones en la Copa del Rey de Málaga y en los Playoffs de la ACB quedaran en la memoria de todos los aficionados. Gasol, con sólo 20 años, hacía literalmente lo que quería sobre la cancha, y llevó en volandas al Barcelona a la consecución de ambos títulos acabando además como MVP de ellos. Prácticamente nunca se había visto nada igual en Europa. Un pívot de 2,15 con el manejo de balón, habilidad y velocidad de un base. Increíble. Lógicamente la NBA llamó de inmediato a su puerta y ese mismo verano los Atlanta Hawks le eligieron en la tercera posición del Draft, aunque esa misma noche sus derechos se traspasaron a los Memphis Grizzlies. Debido a la elevada posición en el sorteo, Pau decidió iniciar de inmediato la aventura. La dificultad del reto era mayúscula. El idioma, una cultura tan diferente, una ciudad tan cerrada como Memphis, en el profundo sur de los Estados Unidos, y sobre todo una competición tan exigente. La familia se volcó con su hijo, y tanto sus padres como sus hermanos Marc y Adriá decidieron acompañarle en su odisea. La adaptación fue inmediata. Gasol se acomodó a la perfección al juego físico y veloz de la NBA y prácticamente desde el primer día se convirtió en el líder de su equipo. En el jugador franquicia, como allí dicen. Fue elegido Rookie del Año y dejó grandes momentos, como este tremendo mate ante una estrella como Kevin Garnett. Una jugada para el recuerdo, que significó su presentación en la Liga. Su primer golpe encima de la mesa.


Los años fueron pasando y, aunque a nivel personal sus actuaciones eran excelentes (llegó incluso al All-Star Game en 2006), el equipo nunca terminó de establecerse entre los mejores. Lograron llegar a Playoffs de 2004 a 2006, pero fueron incapaces de ganar siquiera un partido y los tres años cayeron en primera ronda por 4-0. La paciencia de Pau se iba agotando. Se veía capaz de cotas mayores y al ver que no era posible en Memphis, llegó un momento en que pidió el traspaso. Finalmente en Febrero de 2008 los dirigentes accedieron y lo enviaron a Los Angeles Lakers. Otro reto tremendo. La franquicia con más prestigio de la Historia (sólo comparable a los Boston Celtics) confió en él como la pieza interior que le faltaba a un equipo que ya contaba con Bryant, Odom o Bynum. Y vaya si respondió. Ya en ese año llegaron a las Finales, donde cayeron contra los Celtics, y en los dos siguientes llegó la gloria. Pau Gasol se convertía en el primer español (y único hasta el momento) en ser campeón de la NBA (2009 y 2010) y además teniendo un papel protagonista. Daba la sensación que aquel equipo podía marcar una época, pero varios problemas lo evitaron y sus últimos años en California fueron realmente malos a nivel deportivo, aunque él siempre dio la talla. En verano de 2014 otra gran oportunidad se le presentó. Otro equipo con mucho prestigio llamó a su puerta, los Chicago Bulls. Muchas dudas habían sobre él, de si podría recuperar o no su nivel de antaño, y vaya si las está despejando. Con casi 35 años, Pau ha recuperado su mejor versión (volvió al All-Star tras unos años de ausencia) y es pilar fundamental de unos Bulls que apuntan alto en Playoffs.

Cinco años menor que su hermano, Marc no ha dejado aún una huella tan destacada, pero su futuro apunta a brillante. Después de dominar también en ACB, y ser nombrado MVP de la Liga Regular en 2008 con el Akasvayu Girona, ese mismo verano inició su aventura americana. Sus derechos pertenecían a los Lakers, pero en el traspaso de Pau pasaron a los Grizzlies y allí debutó. Su adaptación parecía más asequible que la de su hermano, puesto que ya conocía la ciudad (de 2001 a 2003 jugó en un Instituto de la zona, y a gran nivel además). Aunque no tuvo el mismo impacto que su hermano en la Liga (cosa casi imposible por otra parte), su rendimiento fue notable de inmediato. De condiciones menos espectaculares que las de Pau, Marc supo a base de trabajo ir creándose poco a poco un nombre en la competición y crecer año tras año junto a su equipo. Cierto es también que arropado por una plantilla con mejores mimbres que los de la época de su hermano, el menor de los Gasol ha explotado definitivamente esta Temporada. A su ya conocida capacidad defensiva y anotadora, está sumando una visión de juego y movilidad digna de leyendas como Arvydas Sabonis, con el que ya se le empieza a comparar. Palabras mayores. La realidad es que en la actualidad es uno de los mejores pívots de la durísima Conferencia Oeste, como así lo confirma su titularidad en el All-Star Game.


Para los no entendidos, puede parecer poco relevante la presencia de ambos en un encuentro de carácter festivo y amistoso como es el Partido de las Estrellas, pero lo cierto es que tiene un mérito tremendo. En Estados Unidos dicho partido dispone de un gran prestigio y si a eso le sumamos lo complicado que es para un extranjero abrirse paso en la NBA (dominada desde siempre por los jugadores norteamericanos) la hazaña es aún mayor. Es un síntoma más de la buena salud de la que goza el deporte español, pero sobre todo la prueba de que por muy imposible que parezca el reto, con esfuerzo y convicción todo se puede lograr. Por muy inalcanzable que parezca el desafío. Por muy humilde que sea Sant Boi de Llobregat y muy glamuroso Manhattan.

sábado, 7 de febrero de 2015

Sólo con talento no basta

La técnica individual da nombre a este Blog. Es un componente imprescindible para triunfar en cualquier deporte. Sin talento no se puede dejar huella, sin embargo sólo con eso tampoco. En fútbol tenemos muchos ejemplos. Me viene a la cabeza rápidamente un nombre. Un mediapunta brasileño. Uno de esos jugadores que destila clase por sus poros. Uno de esos cracks que con un par de controles ya hace que valga la pena pagar la entrada. Paulo Henrique Ganso debutó en el año 2008 con el Santos, y durante cuatro temporadas mostró todo su potencial junto a su amigo Neymar, consiguiendo todos los triunfos posibles en Brasil, incluida la Copa Libertadores 2011. Después se marchó a uno de los grandes de su país, el Sao Paulo, donde sigue mostrando cada fin de semana su calidad.


Sin embargo, algo falla. Viendo este video, ¿cómo puede ser que con 25 años ya todavía no haya venido a Europa? ¿O que apenas haya jugado cinco partidos con su selección y actualmente ni siquiera entre en las convocatorias de Brasil? Es un caso más de jugador talentoso, con todas las condiciones del mundo, pero que por irregularidad, por falta de ambición, por tener un carácter complicado o vete tú a saber porqué no llegan a la élite. Hace un par de temporadas el Milan estuvo muy interesado, pero el bueno de Ganso prefirió quedarse en su país, en su entorno, en una liga más cómoda y con un gran sueldo. A pesar de su juventud, parece ya que su trayectoria se estanca.

Otro sudamericano es posiblemente el ejemplo más claro de lo que estamos hablando. Precisamente anunció su retirada hace sólo un par de semanas. Es Juan Román Riquelme. El bonaerense iba para auténtico crack, incluso Maradona le proclamó como su sucesor en su día. Con tales expectativas lo fichó el Barcelona, pero su falta de adaptación, perjudicada además por la presencia de un entrenador tan estricto como Van Gaal, provocó tan sólo un año después su marcha al Villareal. Allí, con un equipo pequeño bajo su mando, Román se sintió importante y durante tres Temporadas sí mostró todo su potencial, hasta que un enfrentamiento con Pellegrini le apartó del equipo. Entonces, aún con 29 años, estaba a tiempo de probar suerte en algún otro equipo europeo, de seguir en la élite, pero también optó por lo más cómodo y regresó a casa. En sus últimos años Román ha sido más noticia por sus enfrentamientos con directivos y técnicos de  Boca Juniors que por su juego.

Dos fabulosos extremos, como Quaresma y Robinho, también tuvieron la oportunidad de estar en Barça y Madrid, respectivamente. Los dos fracasaron por diferentes motivos, y pese a otras aventuras europeas, sólo triunfaron en sus países, en su entorno. Aún en activo siguen Adriano y Cassano, dos de los delanteros más talentosos surgidos en la última década. A pesar de haber estado en grandes equipos en Italia, sólo brillaron en momentos puntuales, y no llegaron ni mucho menos a lo que apuntaban. Nunca tuvieron la ambición ni el compromiso necesarios. Y es que, aún con 32 años, sus físicos ya parecen de ex-futbolistas. Precisamente en el país transalpino hay puestas todavía muchas esperanzas en Mario Balotelli. No hay duda alguna de su enorme potencial y de que sólo tiene 23 años, pero su infantil y complicadísimo carácter ya le ha jugado muchas malas pasadas, y no augura un buen futuro. 

Al borde de la retirada se encuentra uno de mis favoritos de siempre. Otro incomprendido, otro rebelde, otro que podría haber sido y no fue. Un jugador capaz de, en su debut en el Inter, salir al campo faltando pocos minutos con su equipo perdiendo 0-1 y con dos golazos darle la victoria. Se esperaba mucho de "El Chino" Recoba, talento puro, pero los continuos enfrentamientos con sus técnicos y su falta de ambición le condenaron. Aún así, logró estar nada menos que diez años en un club tan complicado como el Inter, donde la afición todavía le adora, pero no cabe duda que le sobraba clase para haber marcado una época. 



Y es que la historia está llena de ejemplos. Si vamos retrocediendo en el tiempo nos encontramos con multitud de casos más, algunos muy conocidos en nuestra liga. El de Djalminha también es muy llamativo. Como tantos brasileños, iba sobrado de calidad y podía hacer literalmente lo que quisiera con la pelota. Por ejemplo, su regate pasándose el balón por encima que hizo ante el Real Madrid, la denominada "lambretta", tardará en olvidarse en A Coruña. Allí todavía hoy es un auténtico ídolo, pero su irregularidad y falta de disciplina hicieron que nunca se le considerara un jugador de élite. Otro compatriota suyo, Denilson, tampoco llegó nunca a lo que apuntaba. Y es que había puestas muchas esperanzas en este habilidos extremo. Tantas que, tras deslumbrar en el Sao Paulo, el Betis pagó por él 5.500 millones de pesetas en el verano de 1998. El fichaje más caro de la historia en ese momento. Ahi es nada. Ni qué decir que nunca lo justificó, es más, no se le recuerdan dos partidos buenos consecutivos. Otra zona del mundo donde siempre ha sobrado talento es en los países del Este de Europa. De allí son Robert Prosinecki y Gica Hagi, dos jugadores a la postre con carreras casi idénticas. Los dos surgieron a finales de los 80, y tras triunfar en sus clubes natales (Estrella Roja y Steaua de Bucarest respectivamente), se presentaron ante el mundo cuajando un gran Mundial de Italia'90. Su actuación llamó la atención del Real Madrid, que los fichó, pero ni en la capital ni en Barcelona, donde volvieron a coincidir años después, consiguieron dejar huella. Clase tenían para aburrir, pero su carácter introvertido y difícil evitó logros mayores.

Un contemporáneo de ambos fue el británico Matthex Le Tissier. Su historia es asombrosa. El genial mediapunta inglés, que llegó a decir que nunca en su vida había comido una ración de verduras o que su dieta se basaba en cerveza y chocolate (ya nos vamos haciendo una idea de su carácter), jugó toda su carrera en el Southampton. Nada más y nada menos que catorce temporadas estuvo en el pequeño club del Sur de Inglaterra, a pesar del interés mostrado en varias ocasiones por Liverpool y Manchester United, los dos grandes de la Premier. Pero su falta de ambición, o el amor a unos colores, según se mire, evitaron que lograse títulos y un mayor reconocimiento. Sin embargo, en las islas británicas es considerado como uno de los jugadores más talentosos de su Historia. Y es que sus exhibiciones, a pesar de su siempre aparente mal estado físico, eran contínuas. 


En España, como país futbolero que siempre ha sido, también tenemos nuestros casos. Me viene rápidamente a la cabeza un chaval que asombraba ya en La Masía, y en el que Cruyff tenia puestas muchas esperanzas. Iván De la Peña fue una de esas “eternas promesas” que se quedaron por el camino. Poseedor de una gran visión de juego, su irregularidad y la llegada al Barça de Van Gaal (sí, otra vez Van Gaal) precipitaron su salida a Italia, donde ni allí ni en Francia logró adaptarse y apenas jugó. De vuelta a casa, pero esta vez en el Espanyol, sí que pudo demostrar toda su valía. En un equipo más pequeño, donde se sentía importante, el cántabro sí realizó buenas campañas (llegando a debutar con la Selección), pero siempre nos quedará la duda de hasta dónde podría haber llegado. Otro mediapunta sobrado de calidad fue Juan Carlos Valerón. Es cierto que en el Deportivo de la Coruña estuvo muchos años y tuvo fases de gran rendimiento, pero su exquisita técnica aspiraba a muchos más. Su aparente pasividad sobre el campo y un físico que ciertamente no le ayudaba fueron sus hándicaps, y nunca tuvo la oportunidad de ir a un grande. Tampoco con España llegó a explotar, a pesar de sus 46 internacionalidades. Pero posiblemente la mayor decepción del fútbol español, al menos de la historia reciente, se llama José María Gutiérrez, más conocido como Guti. La zurda del de Torrejón de Ardoz era sencillamente genial. Un mito como Zidane dijo de él que hacia cosas que nadie en el mundo podía hacer. Sus quince años en el Bernabéu pueden hacer pensar que triunfó, pero lo cierto es que nunca tuvo continuidad en su juego, y su enorme calidad sólo se vio en momentos puntuales. Su poco compromiso y una forma de vida peculiar le provocaron enfrentamientos con muchos de sus técnicos, y evitaron que marcara una época, porque calidad tenía para ello. 


La conclusión que sacamos es que sólo con talento no basta para triunfar de verdad. Al menos en la élite. Hacen falta mucho más factores, como disciplina, compromiso o ambición. No hay duda de ello, aunque yo, personalmente, siempre amaré a estos cracks y estaré dispuesto a pagar una entrada por verles jugar.