El Clásico del
pasado Domingo parecía presentarse como uno de los más desigualados de los
últimos años. Viendo las trayectorias de unos y otros, todos los pronósticos
daban como claros favoritos a los culés y con razón. Su línea era claramente
ascendente, mientras que los blancos llegaban tras un inicio de año lamentable.
Los seguidores madridistas apelaban al orgullo de sus jugadores en un partido
así, pero casi guiándose más con el corazón que con la cabeza. Los azulgranas por
su parte, veían la jugosa posibilidad de hurgar en la herida del máximo rival y
soñaban con reeditar alguno de los baños de la época Guardiola. Nada más lejos
de la realidad.
La
verdad es que Barça y Madrid llegaban al partido con sensaciones muy distintas. Los
culés tocaron fondo en el primer partido del año, en San Sebastián, donde
cayeron de manera clara y, lo que es peor, donde se escenificó definitivamente
el divorcio entre Messi y Luis Enrique. Sin embargo, hubo conjura en el
vestuario, se dejaron a un lado las diferencias, y se propusieron remar todos a
una hasta final de temporada. El cambio se vio de inmediato. Liderados por un sublime
Messi, se apreció una mejora notable en el juego, eliminatorias resueltas con claridad
ante buenos equipos (Atlético, Villareal y Manchester City) y una regularidad
de victorias en Liga inédita en la primera vuelta. Por el contrario, los
blancos llegaban en su peor momento. En estos casi tres meses de 2015 el equipo
estaba desconocido. Un cúmulo de causas (relajación, lesiones importantes, desgaste
físico, problemas tácticos, mala situación personal de Cristiano,…etc) habían
convertido al Madrid en una caricatura del equipo que fue hasta Navidad. Se
vieron apeados de la Copa con claridad por sus vecinos del Atlético, se dejaron
puntos en Liga cuando se toparon con rivales serios (Valencia, Villareal y
Athletic) e incluso hicieron el ridículo en un par de ocasiones (el 4-0 del Calderón
y el 3-4 ante el Shalke04). El desenlace parecía tener color azulgrana por
tanto.
Pero
el balón comenzó a rodar y la realidad fue otra. A pesar del 1-0 de Mathieu,
eran los blancos los que controlaban el juego, creaban peligro y obligaban a
los azulgranas a defenderse. El mundo al revés. Más de uno tuvimos que frotarnos
los ojos para confirmar lo que estábamos viendo. El Barça tenia incluso
dificultades para mantener el balón, insistiendo una y otra vez por la
izquierda con un fallón Neymar, y olvidándose de que en la derecha estaba el
mejor jugador del mundo, demasiado pegado a la banda por otra parte. En cuanto
al Madrid, la vuelta de Modric dio más equilibrio al mediocampo, y los cracks
Cristiano y Benzema ofrecían una versión muy mejorada. Precisamente una genial combinación
entre los tres propició el gol del empate del portugués a la media hora. El
partido siguió por los mismo cauces, con un Madrid desconocido teniendo el
balón en el Camp Nou, y un Barça desconocido encerrado en su campo cual
boxeador contra las cuerdas. La falta de acierto madridista en el remate evitó
que los blancos se fueran al descanso con un par de goles de ventaja. La
segunda parte empezó con la misma dinámica, hasta que una acción lo cambió
todo. Un balón largo de Alves fue bajado del cielo de forma magistral por
Suárez y depositado en la red de un sorprendido Casillas con elegante sutileza.
El gol fue un duro golpe para el Madrid, del que ya no fue capaz de recuperarse
ni moral ni físicamente. Por el contrario el Barça, más cómodo con la posición ahora
centrada de Messi y la entrada de los “jugones” Xavi y Busquets, se hizo
entonces dominador del balón e incluso pudo ampliar el marcador con varias
claras ocasiones en el tramo final.
El
resultado final fue 2-1, pero bien podría haber sido 2-2, 3-2 ó 2-3, por decir
algunos. Un gran espectáculo, una montaña rusa de partido, con alternancias en
juego y ocasiones por parte de los dos equipos. Pero, sobre todo, un encuentro
que desnudó la realidad de ambos conjuntos. Ni el Barça es tan equipazo como parecía,
ni el Madrid un equipo tan desastroso. Se confirmó que los culés tienen muchas
dificultades para controlar el juego mediante la posesión, como sí ocurría antaño,
que no es un equipo fiable y que sus buenos resultados venían en gran medida
por un excelso Leo Messi. Y el Madrid dio síntomas de la mejoría que puede
experimentar con la recuperación de piezas importantes como Ramos, Modric o
James, si logran dejar atrás la relajación y pasotismo de los últimos meses. Nada
de baños. Barça y Madrid están mucho más parejos de lo que parecía.
Los duelos directos entre los grandes equipos suelen ser como la prueba del
algodón. La prueba definitiva para comprobar su estado real. Dejando en un
segundo plano trayectorias o dinámicas, siempre influenciadas por distintos
factores. Y el algodón no engaña.
Varies coses:
ResponderEliminar1. Tot va mediatitzat per la prensa, i mes a Madrid on per guanyar 3 partits ja son el millor equip de la historia, i si perts 3 es una debacle.
2. A mi m'han tacat per dir que el Barça amb la plantilla que té, es un merit enorme el que està fent. Jo era dels que tenía clar que el Barça no anava a golejar al R.Madrid perquè 1x1 crec que es superior al Barça
3. Partint d'aquestes premises, crec que el Barça ix molt reforçat d'aquest partit perquè sent inferior al R.Madrid i sense jugar com abans (cosa imposible amb la confecció d'aquesta plantilla i el baix nivell de iniesta i Xavi "gràcies Zubi"), pense que el Barça s'ha ensenyat a competir molt molt be, a traure partits dificils i trabats, tot, com tú dius, de la ma de Messi, optem a les 3 competicions: una a 90 minuts, altra amb 4 punts d'avantatge i altra amb les mateixes posibilitats que els 7 restants.
No se, jo crec que se li pot demanar un poc més encara al Barça, que domine més els partits, amb més posesió de baló, perquè no té un equip per defensar-se al seu camp. I no tinc tan clar que tinga pitjor equip que els últims anys eh. Bravo, Mathieu, Rakitic i Suárez han acabat sent grans fixatges, encara que jo mateix tenia dubtes d'alguns d'ells.
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