"Si el deporte no existiera, el mundo sería más aburrido". Valentino Rossi.

jueves, 23 de abril de 2015

De valientes, rácanos y cobardes


La vuelta de los cuartos de final de Liga de Campeones nos dejó a cuatro históricos en las semifinales y muchas conclusiones evidentes. En cuanto a los españoles, los culés tienen motivos para soñar, los merengues para dar gracias y los colchoneros para lamentarse.

El Martes el Barcelona se propuso zanjar su eliminatoria contra el PSG por la vía rápida y así lo hizo. Luis Enrique podría haber decidido salir al Camp Nou a especular con el cómodo 1-3 de la ida, teniendo en cuenta los nada menos que tres goles que necesitaban los parisinos para remontar, pero nada más lejos de la realidad. El asturiano demostró su valentía con su planteamiento inicial y se olvidó de defender en campo contrario como sí había hecho en partidos importantes anteriores (Real Madrid, Sevilla o Valencia). El resultado: una de las mejores primeras partes de la Temporada, con una presión asfixiante a la salida del balón rival, rápidas combinaciones, unos rejuvenecidos Iniesta y Dani Alves, y un letal Neymar. El 2-0 del descanso era de total justicia y el segundo tiempo fue un puro trámite.

Al día siguiente llegaba el plato fuerte de estos cuartos. Un Real Madrid-Atlético con todo abierto tras el 0-0 de la ida en el Calderón. El partido venía condicionado por las numerosas y muy sensibles bajas que arrastraban los blancos (Marcelo, Modric, Bale y Benzema). Había curiosidad ante las posibles opciones que podía elegir Ancelotti y finalmente optó por la más conservadora. Inexplicablemente consideró más importante frenar los ataques del Atlético que buscar soluciones para penetrar en su entramado defensivo. Difícil de entender cuando enfrente tienes un rival que en sus últimas visitas salió al Bernabéu a encerrarse descaradamente atrás. Y así sucedió también el Miércoles. La racanería del italiano se manifestó con Sergio Ramos de mediocentro, totalmente inútil cuando el Madrid tenía el balón, y sólo dos delanteros (Cristiano y Chicharito). Así las cosas, los primeros 45 minutos transcurrieron con unos locales faltos de ideas ante la ordenada defensa visitante, y con una única ocasión en la que Oblak le ganó la partida a Cristiano. En la reanudación el partido siguió por los mismos cauces. Los blancos apenas creaban peligro y tampoco se atisbaban revulsivos desde el banquillo (Jesé como único delantero). Mediada la segunda parte parecía el momento idóneo para que el Atlético avanzara líneas e intentara buscar un gol que hubiese sido casi definitivo. O al menos no renunciar a él. Pero a Simeone le pudo una vez más la cobardía. Decidió quitar a su jugador más talentoso en ataque (Griezmann), meter a un “guerrillero” innecesario en ese momento (Raúl García) y dejar a un asfixiado Mandzukic como único delantero, teniendo a dos frescos en el banquillo (Torres y Jiménez). Renunció por tanto totalmente a la portería contraria, apostó todo a unos penaltis a 50 minutos vista y dio alas a un Madrid sin recursos que empezó a disfrutar de ocasiones. La absurda expulsión de Arda Turan poco después y otro inexplicable cambio del técnico argentino lo complicaron aún más. Ante un rival que seguía con solo dos delanteros, se le ocurrió convertir su 4-4-1 en un 5-3-1 dando entrada a Giménez por Tiago. El destino pareció castigarlo con el gol casi a continuación de Chicharito tras una buena combinación entre James y Cristiano. El tanto, casi con el tiempo cumplido, significó un premio para el mexicano por su encomiable trabajo, un alivio para todo el madridismo y un justo castigo para un decepcionante Atlético.

En los otros dos partidos se puede decir que se cumplieron los pronósticos. Difícil, eso sí, era la misión del Bayern de Múnich tras el 3-1 encajado en Oporto. Sin embargo, y a pesar de las bajas de los germanos, pensar en una remontada en el inexpugnable Allianz Arena no parecía una locura. Lo que nadie esperaba era tanta superioridad. Pep Guardiola planteó un inicio idéntico al que su amigo Luis Enrique estaba ejecutando en Barcelona y el primer tiempo se convirtió en un monólogo muniqués absoluto. Con un genial Thiago Alcántara a los mandos y un excelente Lewandowski arriba, el Bayern ejecutaba su “tormenta perfecta” particular. Presión tremenda sobre el balón, rápidas combinaciones y precisos desplazamientos en largo desde la defensa dejaban al Oporto sin ninguna respuesta y los goles empezaron a llegar. El tercero fue una auténtica obra de arte y el escandaloso 5-0 al descanso totalmente merecido. Pese a una notable mejoría de los portugueses tras la reanudación y el tanto de Jackson Martínez, el pase a “semis” nunca peligró y Xabi Alonso puso el definitivo 6-1 de libre directo. En Mónaco, el 1-0 de Turín dejaba a la Juventus como clara favorita. Allegri se decidió por un planeamiento ultradefensivo, un 5-4-1 que logró maniatar por completo a un rival que apenas dispuso de ocasiones de gol. Los italianos pasaron, por tanto, siendo fieles a su Historia, defendiendo un gol de la ida que vino mediante un penalti dudoso.

Con todo esto, se presentan unas semifinales de auténtico lujo, de la mejor Copa de Europa... más que de Champions League. Cuatro históricos como Barça, Bayern, Madrid y Juve librarán cuatro preciosas batallas en busca de un sitio en la gran final de Berlín.

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