Minuto 60 de partido. 0-1 y a tres goles de pasar a cuartos de final. Resultado final: 3-1. Minuto 79. 0-3 y a dos goles de pasar a semifinales. Resultado final: 2-3 en la prórroga. Y minuto 89. 0-1 y a tres goles de pasar a la final. Resultado final: 3-1 en la prórroga. Pudiera parecer un magnífico guion para una película sobre el fútbol... de ciencia ficción. Pero no, es real como la vida misma. Es la trayectoria del Real Madrid (de momento) en esta UEFA Champions League.
Marcelo "Cholo" Sottile, reconocido periodista deportivo argentino con larga trayectoria en medios como Clarín, Olé, Infobae o ESPN, repite a menudo en las tertulias del programa F90 (ESPN) una sentencia con la que estoy muy de acuerdo: "Se subestima la comunicación". Sottile se suele referir a las declaraciones de futbolistas y entrenadores, que en muchas ocasiones no saben aprovechar los micrófonos para transmitir con eficacia su mensaje o incluso caen en contradicciones que les dejan en evidencia. Siguiendo en el ámbito del fútbol argentino, Marcelo Gallardo sería el ejemplo de todo lo contrario, con sus fantásticas ruedas de prensa. Pero esa afirmación se puede extender a muchas otras situaciones. Como el relato que el Real Madrid y su entorno han sabido crear durante toda su historia: nunca bajar los brazos, recurrir siempre a la épica y ganar como sea. Hay quienes piensan que las continuas remontadas del equipo blanco, como las vividas en la presente edición de la Champions League, son un simple fruto del azar. Nada más lejos de la realidad. Ese relato, construido con paciencia y esmero por directivos, jugadores, entrenadores, aficionados e incluso medios de comunicación afines, es además muy inteligente: se incentiva indirectamente a los protagonistas a no rendirse bajo ninguna circunstancia. No es necesario ni decírselo en el vestuario. También desde el punto de vista de disfrutar de los triunfos es la mejor estrategia. Sin ir más lejos, en su eterno rival tenemos la mejor antítesis. Xavi Hernández, su actual entrenador, suele repetir algo que ya se le escuchó a otros antes: "Aquí no nos vale sólo con ganar, además tenemos que hacerlo jugando bien". Un mensaje aparentemente brillante por la búsqueda de excelencia y exclusividad, pero en el fondo peligroso y contraproducente: pone el listón demasiado alto, evitando que se gocen algunas victorias como lo merecen.
Y con la importancia de la comunicación va ligada aquí también la fuerza de la mentalidad. Los últimos cinco minutos y la prórroga del partido de ayer mostraron a once jugadores creyéndose capaces de todo y a otros once capaces de nada. Si Guardiola hubiese ordenado disponerlos a modo de Tetris, cubriendo todos los espacios de la portería, no dudéis que Benzema, Rodrigo o Vinicius hubiesen encontrado alguna rendija para marcar. Pero tampoco condenemos a Pep y al City... ay, pobres. Que le pregunten también al PSG o al Chelsea. A Pochettino, Messi, Mbappé, Neymar, Tuchel o Abramovich. Ninguno pudo con el relato. Todos y cada uno de ellos, absolutos tops mundiales en lo suyo, sucumbieron mentalmente en el momento decisivo ante la ambición y fe de los blancos. No importa quién jugó mejor ni cuantas ocasiones se generaron. Está muy bien jugar en campo contrario o triangular en busca de la mejor opción en ataque pero si el rival es mentalmente más fuerte estás perdido. Ocurre en el fútbol y en cualquier deporte. En el trabajo de cada uno de nosotros. En la vida misma. Cuidado, seria de necios pensar que jugar mejor que el rival, tener un mejor funcionamiento como equipo, no sirve para nada. Claro que te acerca más a la victoria que si no lo tienes. De hecho para eso se entrena. Pero la diferencia entre dos grandes equipos la marca la cabeza. Un buen relato con una buena mentalidad tiene el éxito asegurado. Será ahora Klopp y su maravilloso Liverpool el que tenga el desafío de reescribir el final de este cuento que parece ya estar escrito.
Pero mucho lo dudo. Porque lo más sorprendente de todo esto es que sólo existe un club capaz de revertir este relato. El único que ha puesto al Real Madrid de rodillas en su historia, al que de verdad los blancos han mirado con pavor en algunas (varias) épocas, sobre todo en los últimos treinta años. Su némesis, que pese a encontrarse hoy en el fondo de un pozo por sus desastrosas decisiones económico-deportivas del último lustro ve ya luz al final del túnel, con un equipo repleto de ilusionantes jóvenes. Y sí, visten de azulgrana. Pero mientras llegue ese momento... cuéntame un cuento. Y verás qué contento.