"Si el deporte no existiera, el mundo sería más aburrido". Valentino Rossi.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Un Dios excesivo

60 años cumplió Diego Armando Maradona hace unos días pero viendo los acontecimientos que vivió uno diría que fueron 600. Aquel niño nacido en Villa Fiorito, un humilde barrio del extrarradio de Buenos Aires, soñó con jugar y ganar un Mundial, deslumbró ya al mundo en Argentinos Juniors, se confirmó en Boca, fue el traspaso más caro del mundo al llegar a Barcelona, situó a Nápoles en el mapa futbolístico con dos scudettos y una Copa de la Uefa, y coronó su reinado con el título mundial de Mexico '86 para volver a acariciarlo con otra final en Italia '90. Pero también dirigió a su país en Sudáfrica 2010, a varios equipos de la liga local y en exóticas experiencias en Emiratos Árabes Unidos y México. Todo ello salpicado por un nivel de vida de locura, con fiestas interminables y adicciones recurrentes a la cocaína o el alcohol, así como numerosos problemas de salud. También varios positivos por doping que ensombrecieron su última etapa como futbolista. Toda una vida de excesos llevada al límite en varias ocasiones, la (pen)última hace tan sólo unos días.

El pasado Lunes 2 de noviembre, sólo tres días después de su aniversario, Maradona era internado en la clínica Ipensa de La Plata. Una noticia que rápidamente se extendió por el mundo pero que no pareció sorprender a nadie teniendo en cuenta su historial, aunque más preocupante esta vez por su deteriorada salud. Lo que en un principio era descrito como poco más que un chequeo rutinario por su entorno se terminó tratando de una internación por importantes desequilibrios en su organismo, con deshidratación y anemia a causa de la combinación entre una pésima alimentación, el continuado consumo de alcohol y un sinfín de medicamentos. El primer parte médico, comunicado la mañana siguiente por su médico personal, Leopoldo López, era tranquilizador: Diego había sido estabilizado y sus valores volvían a la normalidad. Sin embargo, a media tarde se conocía una nueva complicación: la última resonancia mostraba un hematoma subdural en la zona izquierda de su cabeza que debía ser reducido de manera urgente. El 10 era trasladado de inmediato en ambulancia a la clínica Olivos de Buenos Aires, un trayecto alentado desde su salida de La Plata por los fans que aguardaban en los exteriores de la clínica y que fue retransmitido en directo por la televisión argentina. En Olivos fue intervenido esa misma noche por su doctor y un grupo de cirujanos especializados, y fue el propio Luque el que casi de madrugada informaba del éxito de la operación. El doctor se convirtió en portavoz los días siguientes, transmitiendo un mensaje tranquilizador sobre la excelente respuesta de Maradona a la intervención. Sin embargo, y de forma paralela, multitud de informaciones se daban a conocer por los medios de comunicación. La internación del 10 no fue ni mucho menos de mutuo acuerdo como se quiso dar a entender, sino tras una fuerte discusión con Luque que al final consiguió convencer a él y a su entorno. Un entorno que no parece haber sido el más idóneo los últimos tiempos. Desde su nombramiento como técnico de Gimnasia y Esgrima de la Plata hace poco más de un año, el astro argentino se instaló en una casa a las afueras de la ciudad junto con una serie de asistentes con dudosas intenciones. Las propias hijas de Diego, Dalma y Gianinna, incluso denunciaron durante esos días la dificultad de acceder a su padre los últimos años, calificando de "chupasangres" a la gente de su alrededor. También excompañeros en la selección como Ruggeri y el Negro Enriquez relataban la imposibilidad de poder verse o hablar con su amigo desde tiempo atrás. Y varios periodistas anticipaban que el siguiente paso iba a ser una rehabilitación a medio plazo de su adicción al alcohol, un hecho que Luque nunca confirmó. Y mientras todo ello ocurría, en el perfil de Instagram oficial del 10 se anunciaban unos nuevos cigarrillos a su nombre. 

Con todo, el mundo seguirá expectante a toda noticia que llegue de Maradona, ahora ya no provenientes de los campos de fútbol sino de clínicas y hospitales. Hasta que llegue su próxima internación, habrá que ver cómo se desarrolla esta nueva etapa en su vida, ojala rodeado más de los suyos que de los oportunistas de turno. Las decenas de periodistas que ya montan guardia en los exteriores de la exclusiva urbanización del barrio de Tigre donde se estableció el pasado Jueves, muy cercano al domicilio de su hija Gianinna, nos informarán al detalle de su evolución. Y si no son ellos, serán los drones con cámaras que ya sobrevuelan el lugar grabando y tomando fotografías, un hecho denunciado estos días por su abogado. Una vida en la que la palabra normalidad no parece tener cabida. Una vida imposible para la mayoría de los mortales, pero tan sólo excesiva para un Dios como él.

Un aficionado con el nombre y número de Maradona tatuado espera noticias a las puertas de la Clínica Olivos en Buenos Aires. Foto: EFE

No hay comentarios:

Publicar un comentario