"Si el deporte no existiera, el mundo sería más aburrido". Valentino Rossi.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Hazlo con pasión

Ya sea en el ámbito laboral, familiar o personal, y tenga mayor o menor transcendencia, hacer las cosas con pasión es lo fundamental. Es la única manera de que el día a día se convierta en un regalo y no en una losa. En América Latina parecen tenerlo claro. En una región con tantísimos problemas sociales, con gobiernos impregnados de corrupción, un crecimiento económico totalmente estancado tras la década dorada de los 2000 y una sociedad desconcertada que empieza a abrazar las opciones más populistas y ultras (véase el reciente caso de Brasil) es asombroso observar cómo la gente sonríe, cómo se emociona y es feliz en multitud de situaciones.

El fútbol es sin duda una de ellas, quizás el mejor anestésico para los argentinos. Con un significativo repunte de la pobreza (del 27% el pasado año), una inflación superior al 40% y una depreciación del peso cercana al 50%, al gigante sudamericano se le vuelven a aparecer fantasmas pasados. Pero el Sábado todo quedaba en un segundo plano. Si existe una ciudad en el mundo que respire fútbol en cada rincón esa es Buenos Aires. Qué mejor escenario para la primera final de la Copa Libertadores entre dos vecinos, y casualmente también la última con formato de partido ida y vuelta. No se hablará por tanto allá de otra cosa en estos quince días existentes entre el choque de la Bombonera y el del Monumental. Muchas voces ya hablan del duelo de clubes más importante de la Historia. Es tanta la pasión que, nada más anunciar por megafonía la suspensión del encuentro por las torrenciales lluvias, los miles de hinchas ya presentes en la cancha de Boca empezaron a cantar, a alentar a los suyos, a intimidar al rival. Ni el tupido manto de agua que caía los consiguió silenciar.

Ayer Domingo en cambio todo lucía perfecto. El drenaje hizo su función, la lluvia amainó y no existía motivo que pudiese estropear el espectáculo. Ambos equipos salieron a tope, quizás contagiados por el tremendo ambiente de las gradas, quizás mentalizados de la importancia y transcendencia de la cita. Fieles a sus estilos, era River el que más control de juego tenía, comandados por la exquisita zurda de "Piti" Martínez, pero Boca recuperaba balones con su energía una y otra vez, lanzaba rápido las contras y pisaba el área de Armani con peligro. En una de ellas Ábila abría el marcador tras un errático despeje del arquero de River y La Bombonera se venía abajo. Apenas unos segundos duró la euforia local, pues nada más sacar Martínez filtraba su enésimo balón entre la defensa "xeneize" y Pratto ponía las tablas. Hace quince años Argentina crecía a tasas superiores al 8% anual y las figuras de River y Boca eran Demichelis, Mascherano, D'Alessandro, Marcelo Salas, Burdisso, Riquelme o Tévez. Pero ahora estamos en 2018 y los goles en la Libertadores los marcan "Wanchope" y "El Oso", dos delanteros centros a la vieja usanza que pelearían por conseguir minutos en la segunda división española. De ese minuto salvaje volvieron a salir mejor los "millonarios". El joven portero local, Agustín Rossi, protagonizaba el mejor partido de su corta carrera, aunque sus compañeros aún seguían saliendo con peligro al contragolpe, siempre con exceso de corazón y falta de cabeza. Fue, cómo no, Darío Benedetto (doblete crucial en la ida de las "semis" ante Palmeiras y que había sustituido al lesionado Pavón minutos antes) quién volvía a adelantar a Boca con un cabezazo a lanzamiento de falta. Llegó de repente el descanso y uno, casi sudando, se preguntaba cómo puede ser tan emocionante algo con tan pocos mimbres. Pero esto es Latinoamérica.

La euforia del tanto pareció prolongarse en el segundo tiempo, al cual los locales entraron mejor, teniendo ahora la presencia en campo contrario que les había faltado. Pero Matías Biscay, el ayudante del sancionado Marcelo Gallardo, pronto se percató y pasó de cinco a cuatro defensas con la entrada de Nacho Fernández, recuperando así el control del mediocampo. El cambio dio sus frutos y, junto con el empate casi a continuación en propia puerta por parte de Izquierdoz, el dominio volvió a ser visitante. Ahora Boca ya no mordía tanto, quizás por cansancio o quizás pensando en el partido de vuelta, y el encuentro entró en una frase más pausada y táctica. Los espectadores también lo agradecimos. Que una leyenda como Tévez esté para veinte minutos en este equipo da una idea de lo ya pasado de vuelta que está, pero en citas así te da un plus. Eso fue lo que le dio Barros Schelotto ayer y eso fue lo que ofreció "el apache". Animados por su emblema, los locales protagonizaron un último "arreón" final. Lo pudo coronar de nuevo Benedetto en un mano a mano con Armani, pero ahora el internacional argentino enmendó su error del 1-0 y evitó que se alterara el 2-2 del marcador.

Todo abierto por tanto para la vuelta, con ligero favoritismo para River por aquello del factor cancha y la posibilidad de disputar los 30 minutos de la prórroga ante los suyos, aunque aquí el gol visitante no tiene valor doble, aspecto a considerar. Tras el pitido final, la arenga de Tévez a los suyos y el eufórico saludo de Gallardo a los hinchas que esperaban en las afueras de las instalaciones "millonarias" dan una idea de lo que es el fútbol argentino, el latinoamericano por extensión. No sabemos quién tocará la gloria el próximo Sábado 24 en el Monumental, pero sí tenemos claro el cómo. Con mucha pasión.


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