Foto: Agencia EFE.
Anoche en Anfield quedaron al descubierto prácticamente todas las carencias de este Barcelona (además de la evidente e incomprensible falta de actitud). Fue como un baño de realidad. Y que hasta anoche no nos hayamos percatado de ellas es sólo culpa de un nombre: Leo Messi. Sus constantes exhibiciones (sus dos golazos de falta en Cornellà, sus dos hat-tricks en sus visitas a Sevilla, su partidazo en Wembley o sus dobletes ante Lyon, Mancheter United y Liverpool, por poner algunos ejemplos de partidos complicados) nos han ido generando la sensación de que no importaba nada más. Los árboles no nos dejaban ver el bosque. Ayer no llegó la exhibición y todo el resto quedó en evidencia. Pero es que ni siquiera es que hiciera falta. Para defender un 3-0 en un partido de vuelta basta con estar un poco metidos en el asunto. Pues ni con esas.
Nadie sabe aún hoy, casi dos años después, a qué juega el Barça de Valverde. La falta de un estilo de juego, una identidad propia, ha provocado Domingo sí y Miércoles también quedar siempre a merced del rival y sufrir innumerables ocasiones de gol, que sólo las paradas de Ter Stegen (el único que se ha acercado al nivel del argentino) ha podido contener. Porque tampoco los pesos pesados han estado a la altura. La Temporada que lleva Busquets es para hacérselo mirar. Hace unos meses, a pie de campo, confesaba que no se veía jugando hasta los trentaymuchos. Quizás debería plantearse si seguir con trentaypocos. También este Suárez es una sombra del que ha sido siempre, cada vez más centrado en sus protestas a los árbitros que en la portería contraria. A Rakitic parecen haberle ya abandonado las piernas, y otros como Sergi Roberto, Piqué o Jordi Alba han ido claramente de más a menos. Por último está la planificación deportiva. Pese a acertar en fichajes como los de Arthur, Lenglet, o Arturo Vidal, el grueso de la inversión parece haberse tirado por la borda. La directiva de Bartomeu ha comprometido seriamente el futuro del club gastando casi 300 millones de euros en dos jugadores a los que les tiemblan las piernas cuando se visten de azulgrana: Coutinho y Dembélé.
Con todo, Messi ha conseguido ganar una Liga teniendo que superar no sólo a todos sus rivales, sino también a su propio club. Algo insólito. Además se ha plantado en la final de Copa tras tener que acudir en dos ocasiones al rescate para remontar. Pero se ha quedado a las puertas de otra Champions, la más "linda y deseada", como el propio Leo admitía en pretemporada. Vale que tengas que hacer frente a Real Madrid, Atlético, Manchester United o Liverpool, pero parece demasiado tener que superar también a los tuyos. Así es imposible.
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