Dia 32 - Domingo 15 de Julio. Ya están aquí.
Hace ahora justo veinte años los dos protagonistas de la final de hoy alcanzaban sus cotas más altas de su Historia en los mundiales. En Francia '98 los anfitriones se proclamaban por vez primera campeones del mundo, en una exhibición ante la favorita Brasil, mientras que los croatas rozaban la final al caer precisamente contra los galos, casi recién salidos de la Guerra de los Balcanes. Alucinante. Casi tanto como lo ha sido este torneo, uno de los más igualados, sorprendentes y emocionantes de siempre.
Ayer Inglaterra y Bélgica disputaban ese encuentro en el que nadie quiere participar. El temprano gol de Meunier fue clave, pues obligó a los ingleses a llevar la iniciativa en el juego (lo que menos les gusta) y permitió a los belgas esperar atrás y salir en peligrosas contras (lo que más les gusta). Y el desenlace de la primera parte fue consecuente con tales expectativas. Apenas intimidó Inglaterra la portería de Courtois, mientras que Lukaku pudo incluso ampliar la ventaja. Con los cambios al descanso mejoraron los británicos. Lingard y Rashford dieron más presencia en ataque y por momentos todos pensábamos que el empate acabaría llegando. Pero no fue así, y lo que sucedió sin embargo fue la sentencia belga mediante la conexión De Bruyne-Hazard en el tramo final, esa pareja que le ha dado a Bélgica un merecido tercer puesto en el Mundial y amenaza con darle muchas más alegrías en el futuro.
Era hoy Domingo a las 17:00 h de la tarde hora española en el Estadio Luzhniki de Moscú donde tenía lugar el clímax del campeonato. Dos selecciones disputaban el partido soñado por cualquier futbolista, y ambas lo hacían con total justicia... cada una con sus propios méritos. Francia había dejado clara su solidez en ambas áreas, superando además con cierta solvencia la parte más dura del cuadro. Argentina, Uruguay y Bélgica cayeron en su camino... ahí queda eso. Croacia llegaba de forma muy distinta, jugando tres prórrogas en las eliminatorias pero con un juego mucho más atractivo y valiente que el de los galos. El ambientazo en las gradas, donde había clara mayoría croata (cualquier no-francés iba con ellos), pareció impulsar a los balcánicos, que salieron muy bien al encuentro. Llevaban la iniciativa en el juego (cómo no hacerlo teniendo a Rakitic y Modric en la sala de máquinas) mientras que su rival esperaba en su campo un hipotético fallo y darle rápido el balón a Griezmann o Mbappé. Pasado el cuarto de hora una (inexistente) falta sobre el atlético, era sacada magistralmente por él mismo y rematada de forma desafortunada por su ex-compañero Mandzukic, que en propia puerta adelantaba a los franceses. No se amilanó ni mucho menos Croacia a pesar del mazazo, y Perisic a los pocos minutos empataba a la salida de otra falta, con una gran maniobra con ambas piernas culminada con un zurdazo inalcanzable para Lloris. Se hacía justicia, y con el tanto se acentuó aún más la misma dinámica, en una primera parte con claro color blanquirrojo. Cualquiera diría que era la primera final que disputaban en su Historia. Pero esta Francia tiene detalles de selección campeona, de acertar en los momentos claves. Así lo hizo Griezmann con un penalti minutos antes del descanso. Tuvo que recurrir el argentino Pitana al VAR tras las dudosas manos de Perisic, pero acertó con su decisión. 2-1 al ecuador del partido, marcador que no reflejaba lo visto hasta el momento. En la segunda parte los croatas acusaron el desgaste físico de los tres anteriores partidos. Todos a 120 minutos. Sin la chispa de la primera mitad, los errores en el pase y la pasividad defensiva eran muestra de ello (también del mazazo psicológico que fue ese penalti) y de ello se aprovecharon unos franceses que parecen inmunes a todo eso. Estos ni se cansan, ni se hunden. En seis minutos Pogba y Mbappé finiquitaban esto con una facilidad pasmosa. Pero esto es esta Francia: solidez y contundencia. Tan decidido parecía todo con el 4-1 que incluso Lloris se atrevió a regatear a Mandzukic, que pillo metió la puntera derecha para recortar distancias. Pero el guión de esta final, de este Mundial y quizás de los próximos años ya estaba escrito. El trofeo a mejor jugador para Modric premia a una selección que ha enamorado a todos y que ha rozado el milagro representando a un país con una población total equivalente a la tercera parte del área metropolitana de París. Pero la mayor gloria se la lleva Francia, que tras perder hace dos años la final europea ante Portugal por fin ha culminado la transición desde los héroes de '98. Viendo la solidez táctica que ha conseguido Deschamps y la juventud y talento de los Varane, Umtiti, Kanté, Pogba, Griezmann o Mbappé, todo hace indicar que "les blues" han vuelto para quedarse.
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