Dia 13 - Martes 26 de Junio. Y llegó Messi.
No habían debutado todos aún en el Mundial. Tras sus dos pobres primeros partidos, en los que casi ni se le vio, el destino daba al para muchos mejor jugador del planeta la oportunidad aún de redimirse. La victoria de Nigeria ante Islandia generaba una mínima esperanza a una Argentina que, eso sí, mucho debía mejorar para siquiera ganar a los africanos. Empezando por él.
Pero antes se decidían los dos clasificados del grupo C. A veces no hace falta ni hablar para que se dé el resultado que dos buscan. El empate le valía tanto a Francia como a Dinamarca para pasar a octavos, y lo que todos se imaginaban ocurrió. Deschamps ya dejaba entrever el "biscotto" con las numerosas rotaciones que hizo en el once inicial (dando descanso a fijos como Lloris, Umtiti, Pogba o Mbappé) y una vez el balón echó a rodar todo quedó confirmado. Un partido de "mírame y no me toques", donde por no haber no hubo ni recuperaciones de balón de Kanté. El 0-0 estaba cantado y así sucedió pero, lo que son las cosas, el desenlace del otro encuentro de grupo provocó que tampoco fuera necesario tanto pacto. La selección que parecía que se jugaba algo era la peruana... y no la australiana. Una magnífica volea de André Carrillo tras centro de Guerrero y el 0-2 de este último al volver de los vestuarios zanjaron un encuentro en el que por fin Perú consiguió puntuar en este Mundial. Tras el buen juego desplegado, hubiera sido muy injusto que no lo hubiesen hecho.
La cara de Messi al salir del túnel de vestuarios del espectacular Estadio Krestovski de San Petersburgo era otra. Quizás consciente de la transcendencia de la cita, el gesto era más vivo, la mirada más atenta, incluso sonreía. O a lo mejor era simplemente el verse rodeado de un equipo "normal". Sampaoli se dejó de experimentos, volvió a la defensa de cuatro y se jugó el Mundial con Banega, Di Maria o Higuain. Ya desde el inicio se notó otra actitud. Mucho más intensos que en los otros dos partidos, incluso el 10 corría para recuperar... lo que contagiaba a la vez al resto. Antes del cuarto de hora ya supimos todos porqué Banega debe jugar siempre. Un milimétrico pase suyo de 40 metros lo bajó casi acariciando el balón Messi, que definió con la pierna mala al palo largo. Hoy era otra cosa. Argentina controló cómodamente el juego el resto de la primera parte, es cierto que sin grandes ocasiones salvo un lanzamiento de falta del de Rosario al palo, pero con la sensación de tener el partido en el bolsillo. Llegaban además buenas noticias desde Rostov, donde Islandia y Croacia seguían 0-0 por lo que la albiceleste estaba a esa hora clasificada. Sin embargo, la pausa intermedia no sentó nada bien a los de Sampaoli, salieron "dormidos" de ella, y Mascherano lo complicó todo aún más con un absurdo agarrón en un córner. Penalti dudoso, eso sí, pero que aprovechó Moses para empatar el partido. Volvieron de repente los fantasmas. Ante el desconcierto argentino, Nigeria se lo empezó a creer y pudo incluso marcar el segundo en un par de ocasiones. Tampoco había noticias de Messi en el segundo tiempo, de nuevo poco participativo a pesar de su buen primer tiempo. Por si fuera poco, los islandeses empataban el tanto croata y metían más miedo aún. Parecía una gesta que Argentina pudiese levantar esto pero, esta vez, aunque con más corazón que juego, los de Sampaoli sí dieron un paso al frente. La entrada del eléctrico Pavón había abierto el campo y provocado que Messi se centrase entrando otra vez más en juego, pero fue otro el héroe de la noche. Nadie sabe cómo el central zurdo (Marcos Rojo) se encontraba dentro del área en el momento justo para enganchar una tremenda volea con la derecha y hacer estallar a los 30.000 argentinos allí presentes. Corrieron lágrimas al pitido final no sólo en la grada sino también en el verde, y sea como fuere "La Argentina" estará de nuevo en los octavos de final de una copa del mundo.
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